Es muy cierto que las fiestas navideñas, son días de alegría, encuentros y reuniones familiares, de amigos. De cierto excesos a la hora de comer y beber, pero que si son una vez al año tampoco hacen daños.
Hay voces que se levantan, contra esta festividad, pero que poco caso le hacemos, porque al final, todos o casi todos esos días, llenamos la tripa y empinamos el codo.
La Navidad no solo es eso. Al margen de las connotaciones religiosas, cada vez son más las representaciones del nacimiento del niño Dios, lo que viene a llamarse Belén Viviente. Son más, las agrupaciones musicales que salen a la calle para amenizarnos con los villancicos, con sus “zambombá”.
En resumen son días para el contento, el regocijo, el júbilo. Después de Reyes, Dios proveerá, que para eso acaba de nacer.