viernes, 9 de marzo de 2018

MI PRIMERA VEZ. Por Salvador Delgado Moya


             Resultado de imagen de hombres y lavadoras
              
Hoy siendo Día  Internacional de la Mujer tengo que compartir esta tremenda historia de emotividad y descubrimiento. Ha sido el destino y un cúmulo  de sensaciones nuevas que han trastocado mi percepción habitual de algunas cosas…


               Ella me miró de reojo. Yo me percaté que estaba siendo observado.
            El silencio entre ambos era el único acompañamiento que teníamos. Su blanca tez, invitaba a descubrir la pasión, revolucionando cualquier repunte de coherencia.
            La toqué. Me gustó y le gustó. No sé si fue el instinto,  la novedad o lo prohibido, pero quería tocarla. Sé que se iba a dejar porque su mirada delataba que estaba deseosa que otras manos tocaran todo su ser.
            La infidelidad, llegado a este punto, era una quimera. Ella y yo, los dos solos, ella impaciente y yo con el atrevimiento necesario para que diera vueltas de locura.
            La miré fijamente. Estudié mentalmente todas sus propuestas, pero al final, no me pude contener y mi única opción fue atreverme a que sucumbiera ante mi arriesgada perseverancia.
            Me quité la camisa, los zapatos, los pantalones y la ropa interior… en ese preciso momento la ceguera no me dejaba distinguir entre lo claro y lo oscuro, entre lo frío y lo caliente, entre prelavado o no…
            Ya todo daba igual, el ansia era mi motor. Desesperado, mis manos tocaron en el sitio exacto para abrirla y sucumbir ante mí… le eché los polvos, dos cacitos; y el suavizante, y la seguí  tocando hasta que supe que centrifugaría como una posesa…
            Me quedé estupefacto  mirándola, su movimiento era digno de ser acompañado por música. Tuve que volver la cabeza hacia un lado porque quería hipnotizarme, hacerme suyo, poseerme y empezar a revivir cada día esa misma experiencia.
            Y aquello empezó a moverse y yo tan contento, con la soledad, el miedo y la inexperiencia acompañándome, había puesto mi primera lavadora…
            Era un hombre vivo, integrado en “los tiempos modernos”  y  muy satisfecho por la inolvidable práctica.
            Pero según los expertos lo peor viene después, sólo ante el peligro  tienes que planchar la ropa… cuenta la leyenda que han visto  a hombres llorar desconsoladamente delante de una camisa antes de ser planchada porque las arrugas se reían de él…
             
  ¡¡¡ Viva el Día Internacional  de la Mujer !!!

                                                                                         Fdo. Salvador Delgado Moya
              

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