miércoles, 18 de diciembre de 2019

¡ FELICES PASCUAS ¡A MIS PAISANOS DE SAN MARTÍN DEL TESORILLO: JERÓNIMO SÁNCHEZ BLANCO

Blog de Paqurro, se siente honrado, con el artículo del ilustre tesorillero Jerónimo Sánchez Blanco . Le solicitamos que se dirigiera a los tesorilleros a través de un vídeo casero. Él y nos alegramos por ello, ha optado por este jugoso, interesante y emotivo escrito sobre las Navidades de los año 40 y 50 en nuestro Tesorillo                
Acepto la amable invitación  de  nuestro  querido  amigo  Pacurro para  dirigirme desde su blog a  todos nuestros paisanos, desde  la  tierra madrileña que me acogió  hace muchos años, e irrumpir  en la tranquilidad de sus  vidas. Muchas cosas  han cambiado en la sociedad y últimamente con la difusión  de las redes  sociales  (email, washap, facebook, twiter, blogs etc.) puedo enviar  mi más afectuosa  felicitación  navideña.

Con ese propósito, deseo recordar cómo celebrábamos las fiestas  navideñas en nuestra  infancia y primera  juventud durante la década de los cuarenta  y cincuenta. En  esos años, la celebración de los festejos estaba  muy condicionada  por  la  escasez de alimentos,  que  obligó  al uso de cartillas  de racionamiento para garantizar una distribución  de los bienes básicos  entre toda  la población, dado los altos precios   que  éstos alcanzaban  en el estraperlo. Fue una época difícil para nuestros   padres y madres, abuelos y abuelas, aunque aquellas dificultades y carencias no  dejaron  huellas en nuestros años de niñez. Éramos felices por el sólo hecho de sentir el cariño de  nuestras familias, la amistad y afecto de nuestros vecinos y la alegre compañía  de los niños  y jóvenes, amigos   en el juego  y en la escuela. 
En estas circunstancias, y  en  víspera  de las fiestas navideñas, la cocina familiar desempeñaba  un papel muy relevante, especialmente gracias a  aquellas  benditas  madres y abuelas,  que  hacían  todo lo que  podían, para endulzar la vida de chicos y grandes, esmerándose en la preparación  de borrachuelos o pestiños, roscos o  piñonates, además  del surtido  variado  de polvorones y mantecados que procedían de Estepa. No era  frecuente en nuestras mesas  el turrón  de almendra,  cacahuete o chocolate, aunque  en  las ciudades se  consumía por  los sectores  sociales  de mayor nivel de renta. Estampa muy  común  de entonces  era,  cuando  algún familiar  o  amigo   venía  a nuestras casas, o  bien  le   visitábamos  nosotros,  desearle  ¡ Felices Pascuas ! y el ofrecimiento  de  algunos de esos dulces,  mayoritariamente  los polvorones, acompañado de  alguna  copita de  anís  o licor. Aún recuerdo las marcas de anís, dulce o seco, de mayor consumo: Asturiana,  Castellana,  Mono, Machaquito, Chinchón. Entre los  coñacs las marcas consumidas  eran: Magno, 501,  Veterano, Fundador, Lepanto, Gran Duque de Alba. No solíamos  beber  champágne, cava, whisky, ginebra al ser productos más caros, aunque a veces se podían consumir  en el bar Central o en el bar Tibero.
Asimismo, la cocina  para los almuerzos y cenas  se preparaba  con  varias semanas de antelación, de los productos de  la matanza de cerdo realizada en el mes de Noviembre, con  sus sabrosos  chicharrones,  chorizos, morcillas, salchichones y demás  partes, que eran  soporte importante para  muchas familias, en competencia con las  chacinas   que se  elaboraban en la serranía  rondeña, especialmente en Benaojan y Benarrabá. Sin duda  también, la cocina era de lujo  si se permitía poner en la mesa  un  pavo, símbolo  tradicional de estos días, como nos recuerda  la entrañable poesía  escrita  por el párroco  D. José  María Álvarez  Collado, dedicada  a una  pava  en el Año Nuevo, allá por los  años  20: “Viniste joven al pueblo, te trajeron en  volanda  y entre más de mil vecinos te rifaron  estas pascuas. ¡Oh suerte!…..” o en su defecto algún pollo  de campo o de corral, siendo frecuente   el consumo del   chivito o cabrito, curiosamente menos apreciado entonces que hoy día, para acompañar las comidas  familiares. La imagen del sacrificio  del cerdo y del pavo, cuando se realizaba  en nuestras casas  en presencia de los niños, difícilmente se borraba de su imaginación, aunque  aquellas escenas impactantes y que movían a la compasión, se olvidaban  cuando nos sentábamos a la mesa  y saboreábamos aquellos ricos  manjares. Al menos,  en la poesía dedicada  a la pava  humeante sobre la mesa  de Año Nuevo,  se expresaba  el agradecimiento  con palabras  muy sentidas:“Antes de que desaparezcas de este mundo, noble pava, quiero de ti despedirme y proclamar en voz alta que tú has sido  la más buena, la más feliz y más guapa, tanto en vida como en muerte de toda tu ilustre raza…”.Todo la anterior  se envolvía en un ambiente  alegre que se iniciaba cantando   villancicos en algunos momentos de estancia  en las escuelas, donde aprendimos  la música y letra  de los más diversos  cantos tradicionales.  Nos imaginábamos que subido en el  lomo de un jumento íbamos a “Belén  va una burra rin rin  yo me remendaba  yo me remendé….” cargada de  chocolatinas. O bien  que éramos pastorcillos con nuestro  zurrón y el tamboril: “Vamos  pastorcillos, vamos  a Belén, que Dios ha nacido para nuestro bien….” Para finalmente preocuparnos de cómo  los ratones  en el portal de Belén  le roían  los pantalones  a San José. Estos villancicos  populares se cantaban  acompañados  de   panderetas y  zambombas, para regocijo  de    niños  y mayores. Famosa fue en su tiempo la comparsa  formada por los hermanos  Perniles que  alegraban  las calles y  cantaban    pidiendo el aguinaldo para sobrellevar  el frío  con algunas copillas   ya fuese de aguardiente, anís, coñac y café. El momento culminante   de los villancicos  era  sin duda en  la medianoche  del 24 de Diciembre, en la celebración de la Misa   de  El Gallo, cuando el coro  de la  pequeña  iglesia, llena de gente, donde se celebraba y festejaba  el nacimiento de Jesús  en Belén, iniciaba  con el acompañamiento de un viejo órgano, el canto de  “  Gloria a Dios en las  alturas  y en la tierra Paz  a los hombres  que ama el Señor….” y  a continuación  la comparsa de los  hermanos Perniles también participaba, sobresaliendo  con sus cantos  e instrumentos a las voces del coro, poniéndose en camino de madrugada “ Vamos pastorcillo vamos a Belén, que mañana es fiesta y al otro también” o poniéndole  tareas a Maria  ¡nada menos  que  a medianoche! “La Virgen esta lavando  y tendiendo  en el romero, los  pajarillos cantando y el romero floreciendo, pero  mira como beben los peces   en el rio..”. Una vez  finalizada  la Misa de  El Gallo, la comparsa  seguía  por calles, plaza y bares  hasta altas  horas de la madrugada, alegrando a sus vecinos con sus cantos navideños  llenos  de  candor, amabilidad y quizá de alguna copilla de más. Al fin y al cabo el villancico  decía “. Esta noche es Nochebuena  y mañana Navidad, dame la bota  María  que me voy a emborrachar “. 
Se observaba  una  mayor  austeridad y sencillez    en los regalos que recibíamos niñas y niños en la festividad de los Reyes   Magos. Lo normal era  recibir un solo  juguete  por niño, ya fuese  una pelota, una muñeca, un cochecito, un parchís  etc., rara vez   recibían  una bicicleta o un  balón de cuero. El bolsillo  de los  Reyes  Magos no daba para más, y tan arruinados debían estar  que ni siquiera podían  organizar  una cabalgata o pagarse  el viaje desde  Oriente Medio, ya que por aquel entonces  no  existía El Corte Inglés en toda la provincia. En rodo caso,  nos hacía  una gran ilusión creer  que realmente los Reyes  Magos  existían de verdad  y  nos entristecíamos cuando supimos que era pura fantasía. Ahora se prodigan  cabalgatas  a todo lujo y los regalos son abundantes,  gracias a  la publicidad  de los grandes almacenes  y superficies  comerciales, que encandilan  a nuestros  nietos y nietas a través  de los canales  infantiles  de televisión,  tentación  que  nosotros  no tuvimos   ya que no había llegado la  televisión a nuestros hogares.
También algunas costumbres  han ido cambiando  especialmente  en la   cocina  navideña.  Ahora abunda el consumo  excesivo del marisco, del cordero, del cabrito, la merluza, el besugo y ¡a qué precios!,  aunque no ha desaparecido  el pavo  y para   regar  estos alimentos, se bebe   Rioja,  Ribera del Duero acompañado a los postres con Moet et Chandon, Codorniú, Castellblanch, Juvé & Camps, whisky y licores  en general. Aunque mayoritariamente se mantienen los almuerzos  y cenas familiares en los hogares,  se viene extendiendo   el hábito  de   concertar  estas reuniones  familiares  en restaurantes, con un gasto  sensiblemente mayor  para los bolsillos, circunstancia  que no está  al alcance  de muchos . 
Me hago la reflexión de si  tras los villancicos, regalos, comidas opíparas  y bebidas de  gran calidad  muy extendidas  hoy día, queda  algún espacio o resquicio para recuperar el espíritu  navideño de  mi infancia. Ciertamente que  la austeridad en el comer, beber y en los regalos estaba  muy  marcada por los tiempos  de carestía y de amplios  sectores de pobreza, entonces, pero también hoy,  el mensaje de  Belén, es aplicable a los pobres, refugiados y excluidos de  nuestra sociedad,  poniendo  el centro de atención en la  sencillez,  la humildad y la pobreza de un recién nacido  en un establo, porque su madre no tenía otro  lugar  paraar a luz a su hijo,  al que las gente sencillas del contorno llamarían  Hijo de Dios.  ¡FELICES PASCUAS!   ¡FELIZ NAVIDAD! ¡FELIZ  AÑO NUEVO!
                                    Diciembre  de 2019. 
                             Jerónimo Sánchez  Blanco

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