Vista del Bar: Partida de dominó y personal en la barra |
En mis colaboraciones en el Libro de Feria, en el 2005 sacaba a relucir mi tristeza porque sin duda el local más emblemático en la historia de Tesorillo había sido cerrado al público recientemente . Con el título Bar Central escribía
Casi con toda probabilidad sufra el síndrome de los cincuenta y me esté invadiendo la añoranza o quizá simplemente se agolpen un montón de recuerdos todos agradables cuando evoco a un local, a un bar que ha sido algo más que un bar en más de la mitad del siglo pasado.
Confieso que me pongo triste cuando veo cerrado el Bar Central, hombre ¿ cerrado? dirán muchos, hay un despacho de quinielas y otras apuestas y una tienda de esas llamadas " Todo a cien," por supuesto y con todo el respeto, asistiéndole toda la legitimidad a la familia Riscos Sánchez, donde me consta que se me aprecia y se me quiere , pero ese no es el espíritu del edificio, porque entre sus paredes hay muchas vivencias, muchos recuerdos, puedo afirmar sin temor a la exageración que parte, gran parte de la vida de nuestro pueblo se ha amasado ahí
Principio de los años 50. Obras de construcción del Bar Central |
Fue un local con clase, majestuoso, diría que en tiempos de carencias, de penurias económicas donde la vida en el ámbito rural era extremadamente difícil, Tesorillo contaba con uno de los locales públicos con más categoría de la comarca y fuera de ella. Los más mayores del lugar aseguran que solo el Bar Modelo de la La Línea tenia parangón con él. Era un contraste a pocos metros las mujeres se agolpaban en la fuente pública para unos cántaros de agua, en frente todo un lujo para la época.
Pero no vayan a creer aquellos que no conocéis la historia, que el hecho de ser un local con clase, estaba reservado a unos pocos, los más pudientes todo lo contrario, El Bar Central era el lugar obligado de reunión, de tertulia, de la partida de dominó o de cartas, ahora se puede decir, de tapadillo del Julepe ( apostando dinero), prohibido durante el régimen anterior, pero permitido no hacía daño a nadie, tampoco se perdieron o ganaron grandes fortunas. Teníamos cabida todos, mayores, jóvenes, ricos, menos ricos y hasta los tiesos que también habían .
En primer término el Maestro Rivas, que compaginaba su profesión de zapatero, con la de camarero. |
En sus dependencias y aledaños, se celebraron bailes de ferias, navidades, bodas, reuniones, despedidas de solteros, se mercadeaba, los corredores ( intermediarios) presentaban sus rivalidades a la hora de comprar y vender, de sus muros han salido frases lapidarias, que han quedado grabadas para siempre en el acerbo popular, forman parte de la historia, como aquella de " Trescientas mil pesetas para salir del paso, como andarán los caminos"
De su propietario Juan Riscos Quintero, un hombre que a la hora de cobrar no perdonaba una, no se casaba con nadie, pero un auténtico caballero, cuando hacía falta encontrabas a un amigo, socorría a quien lo necesitara, una persona ecuánime que daba a cada uno el sitio que le correspondía, un monumento a la paciencia, cuantas noches nos aguantó de madrugada y lo más que consumíamos era una infusión de manzanilla, el presupuesto no daba para más.
De su señora Ángeles Sánchez Segovia, como su nombre indica un auténtico ángel, a la que robábamos horas de sueño, invadimos su casa para ver el fútbol televisado, llenando el suelo de colillas. Una noche y otra también nos echaba a la calle no haciéndole caso alguno
El pequeño con la guitarra Juan Riscos hijo. En uno de los bailes de Feria que se celebraban en el patio del Bar Central |
¡ Cuantos personajes graciosos pasaron por entres sus muros, multitud de anécdotas, situaciones graciosas !. Cuantas veces cuando tenia que levantarnos por la mañana me prometía a mi mismo, esta noche nada de Bar Central, a dormir que después no puedo con mi alma. Pero amigo llegando las once o doce de la noche, el Central me llamaba y era incapaz de irme a la cama, como si de hipnosis se tratase.
En ese lugar comenzó un adolescente que muchos catalogaron de loco, a dar palos a un batería casera, construida con las tapas de latas de cinco kilos de atún y hoy es el alma de la orquesta Gato Negro. Me harían falta folios y folios para poder relatar cuántas vivencias, todas buenas que me han sucedido en ese emblemático local, pero comprendo que el espacio de este programa es limitado.
No se ha perdido todo el encanto, la tertulia sobre todo deportiva sigue manteniéndose en la tienda de Juan Riscos junior, todo no se iba a perder. Recuerdo a dos grandes cantautores, admirados por mí , Serrat y Sabina, ambos en sendas canciones aluden , uno a los fantasmas de un cine, donde en su lugar construyeron un banco, el otro cuando al verano siguiente donde conoció a una chica el bar también lo habían transformado en otro banco, me siento como ellos, tristes. Pero las cosas son como son y no como queríamos que fueran
Pacurro, Mayo 2005.
Mis recuerdos a Juan Riscos Quintero, como dije en su día en la Feria de 2005 un auténtico caballero, a su familia Ángeles,( que anda un tanto pachucha) Juan y Angelita, decidles que fuisteis como familia, gracias por vuestro cariño y tener presente que el Bar Central, fue algo más que un bar par mi y para varias generaciones más, en resumen formó y para bien parte de nuestras vidas.
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