Ramón Gómez de la Serna, escritor afamado de la mitad del siglo XX, fue conocido sobre todo por sus Greguerias. ¿ Qué son las greguerias?, breves composiciones que de forma ingeniosa y humorística expresan pensamientos sobre la vida y cosas corrientes.
Un paisano nuestro Antonio Quesada Montes (1894-1988), fue un maestro en algo parecido, y eso que Antonio tuvo una formación académica muy precaria , como corresponde a su tiempo, se dedicó a la agricultura, compaginando esa actividad con la de tratante o corredor como se le quiera llamar, además su familia regentó durante muchos años una tienda, esos comercios de pueblo donde había de todo, en la actualidad ese local lo explota su nieta Isa Palma Quesada, donde la ha reconvertido en una tienda de complementos y regalos.
Hombre de estatura media para su época, de gesto serio aunque no antipático, de voz grave, sin pretenderlo infundía respeto, si a eso le añadimos sus reflexiones, a ver quién se atrevía ni a toserle.
Retomando el tema, Antonio Quesada cuando se refería a alguien o a algo, lo hacia de manera categórica, sus razonamientos se convertían en una sentencia, un postulado filosófico o una frase lapidaria, tanto que hace 32 años que falleció y todavía muchas expresiones suyas son recordadas, a ellas las he bautizado como “Quesadiñas “
Lo que ha sido una auténtica lástima, es que solo han quedado en el recuerdo unas pocas, según mis noticias esa manera tan peculiar de hablar era algo innato en nuestro personaje. Rememoraremos unas cuantas, que aunque sean pocas merecen la pena y tanto.
Creo que está primera puede dar una imagen de cómo se las gastaba Antonio. Cuando se dirigía a ti, tenías que estar muy atento, a la menor distracción, falta de interés o despiste te espetaba
—¿Niño me estás oyendo?. Porque si no me oyes, me callo, para decir lo que yo ya se, no gasto saliva
—¿Niño me estás oyendo?. Porque si no me oyes, me callo, para decir lo que yo ya se, no gasto saliva
La que viene a continuación, es sin duda la que más ha transcendido Pongámonos en situación. En el Bar Central, pero en las dependencias personales de Juan Riscos, otro corredor o tratante gestaba la compra venta de una gran finca agrícola de la zona. De llevarse a cabo el trato le reportaría pingües beneficios.
En un receso o bien la reunión se aplazase para otro día, este otro corredor al percatase de la presencia de Antonio en la barra, con intención de picarle, dirigiéndose a Juan Riscos, en voz alta comentó
- Juan tengo el trato casi listo, voy a ganar 300.000 pesetas, con eso tengo para salir del paso
Trescientas mil pesetas, al principio de los 60 era una fortuna, con esa cantidad se podía comprar un piso de lujo en una gran ciudad y un vehículo de alta gama, para que se hagan una idea
Nuestro personaje reaccionó de la siguiente manera. Dirigiéndose igualmente a Juan Riscos
—¿ Niño has escuchado al bato ?
Juan Riscos le responde: ¿ a quién seño Antonio?
— A ver si encima de pobre eres sordo. El saliente. Trescientas mil pesetas para salir del paso. ¿ Cómo estarán los caminos?
En una ocasión adquirió dos bueyes, animales aptos para las labores agrícolas. Los bovinos no resultaron del agrado de Antonio, así que cuando se encontró con el vendedor le interpeló de la siguiente forma:
—Fulano, los “ toruchos” que me vendiste no jalan de la batea
El interpelado sin saber como salir del trance pregunta
_ ¿ El colorao ? . A lo que Quesada responde
—Ni pa la carreta ni pa el arao .
El vendedor vuelve a replicar —¿ Y el negro?
—Peor todavía
Estando un día tomando tranquilamente una copa, en la terraza del Bar Tibero. Para acceder al Callejón de la Iglesia y vencer el desnivel existía una especie de mini meseta y a continuación una escalinata, en ese lugar el bueno de Antonio Tibero solía poner una mesa. Bien estando ahí el protagonista de esta historia, mirando hacía la carretera. Observa como un vecino del lugar venía con una melopea impresionante, tanto que le sujetaba la esposa de este para que no perdiese el equilibrio . El susodicho procedía del Bar Segovia, sita en calle San Roque, ante ese panorama, le dice a su contertulio
—Fulano trae una que no se mantiene en pie
Instintivamente el acompañante que estaba de espalda, intentó girarse a lo que Antonio le advierte
—Ten cuidado , que trae compaña
En el pasado reciente, cuando dos jóvenes se pretendían el varón solía acudir a la puerta de la pretendida y charlar un ratito, era como un pre noviazgo. Un joven tesorillero , cortito de talla, pretendió a una de sus hijas, esta por contra era una mujer alta para su tiempo, la diferencia de centímetros entre ambos era notable. Vean la manera tan gráfica de no aceptar esa posible relación ( que por cierto no cuajó ). Antonio dirigiéndose a su esposa
—Catalina, sal a la puerta para que veas a tu “ yernaco”, que parece una cantimplora amarrada a un poste de teléfonos
En una ocasión sorprendió a su único hijo varón Diego, tomando unas copas con los amiguetes en la huerta de su propiedad. Lejos de reñirle, recriminarle, reaccionó de la siguiente forma:
—Diego no creo que sea negocio montar una tasca en la huerta
CONTINUARÁ...........
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