Llegó la Democracia entre Dolor y Sangre
La actividad política del primer semestre del año 1977, se inició con gravísimos acontecimientos, tras el asesinato de varios abogados del PCE en su despacho de la calle de Atocha el 24 de Enero, a manos de un grupo de extrema derecha, con el resultado de 5 muertoS y varios herido graves. La masacre y los secuestros de algunas personalidades del antiguo régimen por el GRAPO, sobrecogieron a la opinión pública por lo que suponía un mal presagio para la andadura de la democracia. Observé en aquella mañana fría de Enero, el paso de la comitiva e los abogados asesinados, con una multitud en un silencio sobrecogedor, desde la acera de la Audiencia Nacional, cerca de la plaza de Colón. La reacción del PCE dirigido por Santiago Carrillo, fue ejemplar y disciplinada, sin responder a la provocación de la extrema derecha, que pretendía desestabilizar el incipiente proceso puesto en marcha con la aprobación de la Ley para la Reforma Política, con huelgas y movilizaciones violentas promovida por el PCE, como respuesta a los atentados. Aquella actitud del PCE le fue reconocida por el Gobierno de Adolfo Suárez, a pesar de innumerables presiones del franquismo, principalmente de un amplio sector del Ejército, para evitar su legalización como partido político, que lo fue en Abril de 1977 y su participación en las inminentes elecciones generales. El conjunto de la oposición vio de forma muy positiva esta legalización del PCE, ya que la celebración de unas elecciones generales sin su participación, no cumpliría el requisito necesario para garantizar el pluralismo político.
Estos hechos aceleraron las reuniones de Adolfo Suárez con dirigentes de la oposición, incluidos Felipe González y Santiago Carrillo, la legalización de los partidos políticos, de los sindicatos, la libertad de información y de prensa y finalmente la convocatoria de elecciones generales para el Congreso y el Senado el 15 de junio de 1977. La oposición, agrupada inicialmente en la Junta Democrática, impulsada por el PCE y la Plataforma de Convergencia Democrática, auspiciada por el PSOE, se integró en la Coordinación Democrática, comúnmente conocida como Platajunta. Las decisiones que iba adoptando el Gobierno, respondían en parte a las conversaciones con la oposición, aunque lejos de la pretensión de una vez legalizados todos los partidos políticos, se constituyese un Gobierno Provisional con representación de aquellos, se decretase una amplia amnistía y el regreso de los exiliados políticos, todo ello con carácter previo a unas elecciones constituyentes, que condujese a la ruptura democrática, frente a la reforma democrática defendida por el Gobierno de Adolfo Suárez.
El proyecto político de la reforma política, inspirado por Torcuato Fernández Miranda y ejecutado por Adolfo Suárez, tenía el respaldo del Rey Juan Carlos, frente a una oposición que hubiese preferido la vía democrática de la ruptura, pero consciente que carecía de la fuerza y el apoyo necesario para llevar adelante su propuesta y de la resistencia del franquismo en las instituciones españolas, aceptó la oferta del Gobierno de Adolfo Suárez. Fue una decisión acertada y un gran salto, como recuerda el refranero “más vale pájaro en mano que ciento volando”, pese a las limitaciones de la ley electoral, el uso de los medios de comunicación, la financiación de la campaña electoral, que conllevaba el acuerdo entre la oposición y los dirigentes reformistas del Gobierno. Ese acuerdo dio a la oposición una imagen de actor político con gran madurez, anteponiendo la responsabilidad de Estado frente a la confrontación partidista y también proyectó la imagen de Adolfo Suárez como líder capaz de ejecutar un programa de reformas, diseñado por el Rey Juan Carlos y sus asesores, para conducirnos a la democracia.
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