El ilustre tesorillero Jerónimo Sánchez Blanco, ha tenido a bien enviarnos este artículo que será el primero de una serie, a los que ha titulado ¿ Delenda est Monarchia?.
Publicado en la página Krisis en la cual colabora como autor invitado
Cuestión controvertida
Soy consciente de la complejidad de un tema, que reaparece en los momentos de crisis, con un título que recuerda el artículo que José Ortega y Gasset publicó en el periódico El Sol en víspera del advenimiento de la II República1. En este debate se mezclan diferentes visiones, muy influidas por reacciones emocionales, carentes de perspectiva histórica por causa de la amnesia de amplios sectores de la sociedad. Por ello es necesario recordar de dónde venimos y adonde hemos llegado, evaluando las luces y las sombras, los aciertos y los errores de más de cuatro décadas del actual sistema político español. No es tarea fácil evitar los excesos de distinto signo que observo, aunque intentaré exponer con la mayor ecuanimidad y prudencia posible, determinados momentos que viví en el transcurso de estos años. Mi punto de vista lo expongo a través de varios períodos de mi vida
a) Mis vivencias durante los años de infancia y juventud que se corresponden con la generación de la posguerra.
b) Los años en los que la sociedad española abría los ojos a Europa y experimentaba profundos cambios económicos y sociales.
c) Con la Transición en marcha y desde el Congreso de los Diputados en Las Cortes Constituyentes, en el escaño que ocupaba por la circunscripción electoral de la provincia de Cádiz, cuando intentábamos construir un sistema democrático, homologable con las instituciones europeas, tras una larga Dictadura.
d) En el período en que forjamos el consenso para afrontar un momento crítico y aprobamos la actual Constitución.
e) Con la democracia española amenazada, tras la ruptura de UCD y el fallido golpe militar.
Dejo otras reflexiones, para otra ocasión, acerca de los aspectos doctrinales y estratégicos, de las distintas formas de Gobierno y de Estado, que pueden contribuir a mejorar el conocimiento de las cuestiones que se han planteado en este largo período de la Democracia española.
Vivencias y Recuerdos de Infancia y Juventud
La generación de la posguerra española, vivimos nuestra infancia y juventud durante casi cuatro décadas bajo la Dictadura del general Franco, surgida tras un golpe militar fallido, seguido de una cruenta guerra civil y una posguerra que continuó sembrando mucho dolor, y sufrimiento entre los españoles. La mayoría intentaba superar y cicatrizar las heridas de una sociedad rota, en la que el miedo y la mediocridad impregnaban no sólo a la minoría dirigente, sino también amplios sectores sociales, con honradas excepciones. Estos años de infancia y juventud, estuvieron marcados por la pobreza de la inmensa mayoría, el hambre, la cartilla de racionamiento y el estraperlo, la riqueza y los negocios de una minoría, la represión política, la presencia y el control del poder militar y de la Guardia Civil, la propaganda de Falange Española y del Movimiento Nacional. Éste controlaba los Ayuntamientos, las Diputaciones provinciales, los Gobiernos Civiles, la radio y la prensa, y era perseguida, no sólo la disidencia política republicana, sino toda forma de libertades democráticas, como podían ser el derecho de reunión, asociación, expresión e información de las que disfrutaban los europeos. Desde el punto de vista político, en sus inicios, era lo más parecido a los regímenes políticos, del fascismo italiano y del nacionalsocialismo alemán, y derrotados éstos, finalizada la II Guerra Mundial, tuvo gran parecido desde el punto de vista político, aunque muy diferente en la organización económica, con los sistemas comunistas de la Europa del Este, que reprimían todo tipo de libertades políticas, como se puso de manifiesto en la invasión y represión del ejército soviético, de Checoeslovaquia en Agosto de 1968, en el momento que se iniciaba la denominada “primavera de Praga”. La Dictadura franquista impulsó un sector industrial y financiero estatal muy vinculado al capitalismo privado que se extendió a todos los sectores de la economía, aumentando la desigualdad entre las clases sociales y la explotación de millones de trabajadores. El capitalismo español, en gran medida con un fuerte intervencionismo administrativo, obtuvo importantes privilegios y dominó el sector financiero, industrial, agrícola y comercial, preservando el franquismo la base ideológica política y el control de las instituciones.
Con gran perplejidad y desgarro, vivimos la penuria de millones de españoles: las condiciones deplorables de sus viviendas, el chabolismo, los salarios de miseria y el necesario pluriempleo, los insuficientes medios materiales de la educación primaria y secundaria, los escasos y mal dotados hospitales y centros de salud, las raquíticas pensiones, la insuficiente dotación de suministros básicos, como el agua potable y la electricidad, y la ausencia de obras de saneamiento en las décadas de los años cuarenta y cincuenta. Esta descripción, no sólo se refiere a miles de pueblos, de los que hablan los libros de historia, sino que la viví en mi infancia en un pueblo de la provincia de Cádiz y otros próximos del interior y de la serranía, carentes de viviendas para dar cobijo a decenas de familias, obligadas a vivir en chozas; sin servicios de recogida de basuras que se amontonaban en vertederos a las salidas del pueblo; de los cientos de jornaleros del campo que trabajaban en la siembra del arroz, en la escarda y en la recogida del algodón, por salarios que le permitían malvivir; en un viejo edificio destinados a escuela donde no había pupitres para todo los alumnos y sin servicios de aseo o baño; con suministro de agua de una única fuente en la plaza del pueblo, sometida a restricciones, en la que era familiar la imagen de colas de mujeres con sus cántaros para conseguir agua potable durante los veranos; con una producción de electricidad, que apenas alumbraba los hogares y el escaso alumbrado público de las calles, producida por una vieja turbina movida por un canal de agua que surtía la fuerza motriz a una fábrica de arroz.
Esta realidad, de la posguerra, se vio superada en los cincuenta, tras mi experiencia como alumno interno en un colegio situado en las afueras de Málaga, al conocer de cerca, las condiciones de vida de numerosas familias que se alojaban en chabolas y cuevas en el barrio del Palo, y socorrerlas con algunos alimentos. Aún más lacerante fue mi llegada a Madrid en el otoño de 1960 y visitar al jesuita José Mª Llanos, que vivía en el Pozo del Tío Raimundo, al explicarme las condiciones de vida del barrio, lleno de chabolas y miseria. Dos años más tarde, Jaime García Escudero, igualmente jesuita, me invitó a formar parte de una asociación integrada mayoritariamente por estudiantes veinteañeros, para organizar el poblado de la Alegría en los terrenos del barrio del Tío Raimundo, destinado a acoger a varias decenas de familias de etnia gitana, que en la década de los años sesenta malvivían en cueva cerca de la Celsa. Sin duda, el contacto con estas realidades sociales, fue decisivo en mi compromiso político y social, finalizados mis estudios en la Universidad.
El aislamiento internacional del Gobierno español impidió acceder al Plan Marshall que permitió en el periodo 1946-1950, reconstruir los países europeos beligerantes en la IIª Guerra Mundial, aunque se quebró años más tarde, por el giro radical geopolítico del presidente de EEUU, Eisenhower, antaño general victorioso sobre el nazismo alemán y el fascismo italiano, y ahora aliado de Franco, tras la muerte del presidente Truman, con la firma de los Acuerdos de Ayuda y Defensa en el año 1953. Este acuerdo no se condicionó a ninguna reforma política que hubiese obligado al dictador a cambios políticos, y en los términos que se firmaron, hizo posible que España con préstamos americanos, comprara material militar usado de la II Guerra Mundial, materias primas norteamericanas y ayuda militar, a cambo de autorizar a EEUU varias bases militares norteamericanas en el territorio español.
Paradojas de la historia, la suerte sonreía al franquismo, aliado antaño de Hitler y Mussolini, y ahora con nuevos compañeros de viaje y su apoyo, España se incorporó a organismos internacionales y restableció las relaciones exteriores con diversos países occidentales. En mis recuerdos, está el reparto de leche a los niños en los colegios y la ropa usada de ciudadanos norteamericanos que se daban de forma gratuita a los más necesitados. Buen testimonio de la ayuda americana, cargado de ironía y sarcasmo, fue la película dirigida por García Berlanga“Bienvenido Mister Marshall”, que denunciaba la exclusión de España, de las ayudas del Plan Marshall, rodada y estrenada unos meses antes de la firma de los Acuerdos de Ayuda en el año 1953.
No hay comentarios:
Publicar un comentario