viernes, 11 de septiembre de 2020

¿ Delenda Est Monarchia? Primera parte: Jerónimo Sánchez Blanco


El ilustre tesorillero Jerónimo Sánchez Blanco, ha tenido a bien enviarnos este artículo que será el primero de una serie, a los que ha titulado ¿ Delenda est Monarchia?. 


Publicado en la página Krisis en la cual colabora como autor invitado



Cuestión controvertida

Soy consciente de la complejidad  de un tema, que reaparece  en  los momentos de crisis, con un título  que  recuerda  el artículo  que  José Ortega y Gasset publicó en el periódico  El Sol  en víspera del  advenimiento de la  II República1. En este debate   se mezclan  diferentes  visiones, muy  influidas por  reacciones  emocionales,  carentes de  perspectiva  histórica   por  causa de la amnesia de  amplios sectores  de la sociedad. Por ello es necesario recordar  de dónde  venimos y adonde hemos llegado, evaluando   las luces  y las sombras, los aciertos  y  los errores de  más de   cuatro décadas del actual sistema político español. No es tarea  fácil  evitar  los excesos de distinto signo que  observo, aunque intentaré exponer  con la mayor ecuanimidad  y prudencia  posible, determinados  momentos que  viví  en el transcurso  de  estos años. Mi punto de vista  lo expongo  a través  de varios   períodos  de mi vida

a) Mis  vivencias  durante los años   de   infancia y juventud  que se corresponden  con la  generación de la posguerra.

b)  Los años  en los que la sociedad española  abría los ojos  a  Europa y experimentaba    profundos cambios  económicos y sociales.

c)  Con la Transición en marcha y desde el   Congreso de los Diputados  en Las Cortes Constituyentes, en el escaño que ocupaba  por la circunscripción electoral de la provincia de Cádiz, cuando  intentábamos  construir  un sistema democrático, homologable   con las  instituciones  europeas, tras una larga  Dictadura.

d) En el período  en  que forjamos  el consenso para afrontar un momento  crítico y aprobamos la actual  Constitución.  

e) Con  la democracia española  amenazada, tras la ruptura  de UCD y  el fallido golpe militar.

Dejo otras reflexiones, para otra ocasión,   acerca   de los aspectos doctrinales  y estratégicos,  de las distintas formas  de Gobierno y de Estado, que pueden  contribuir   a mejorar el  conocimiento  de las cuestiones  que  se  han planteado  en este   largo período de la Democracia  española.

Vivencias y Recuerdos de Infancia y Juventud

La   generación  de la posguerra  española, vivimos nuestra  infancia  y  juventud durante  casi cuatro décadas bajo la Dictadura del general  Franco,  surgida  tras un golpe militar  fallido, seguido de una cruenta  guerra civil y una posguerra que continuó sembrando  mucho dolor, y sufrimiento entre los españoles. La mayoría  intentaba superar y cicatrizar las  heridas de una sociedad  rota,  en la  que el miedo y la mediocridad  impregnaban no sólo a  la minoría dirigente, sino también  amplios sectores  sociales, con honradas excepciones. Estos años de infancia y juventud, estuvieron  marcados por  la  pobreza  de  la inmensa mayoría, el hambre,  la cartilla de racionamiento y el estraperlo,  la riqueza y los negocios de una minoría, la represión política, la presencia y el control del poder militar y de la  Guardia  Civil, la propaganda de Falange Española  y del Movimiento  Nacional. Éste  controlaba los Ayuntamientos, las Diputaciones provinciales, los  Gobiernos Civiles, la radio y la  prensa, y era perseguida,  no sólo  la disidencia política republicana, sino toda forma de  libertades  democráticas, como podían ser  el derecho de reunión, asociación, expresión e información  de las que  disfrutaban los europeos. Desde el punto de vista político, en sus inicios, era lo  más parecido  a los regímenes políticos,  del  fascismo italiano  y del nacionalsocialismo  alemán,  y derrotados éstos, finalizada la  II Guerra Mundial, tuvo  gran parecido desde  el punto de vista  político, aunque muy diferente   en  la organización  económica, con  los sistemas   comunistas de la Europa del Este, que reprimían  todo tipo de libertades políticas, como se puso de manifiesto en la invasión  y represión  del ejército soviético, de Checoeslovaquia en Agosto de 1968, en el momento  que se iniciaba   la  denominada “primavera de Praga”. La Dictadura franquista impulsó un sector  industrial y financiero  estatal  muy vinculado al capitalismo privado que se  extendió  a todos los sectores de la economía, aumentando  la desigualdad entre las clases sociales y la explotación de millones de trabajadores. El capitalismo español,  en gran medida  con un fuerte intervencionismo  administrativo, obtuvo importantes privilegios y dominó  el sector financiero, industrial, agrícola  y comercial, preservando  el franquismo  la base ideológica   política  y el control de las instituciones.

Con gran perplejidad  y desgarro,  vivimos  la penuria de millones de españoles: las condiciones  deplorables de sus   viviendas,  el chabolismo, los salarios de miseria y  el necesario pluriempleo, los  insuficientes medios materiales de la  educación  primaria y secundaria,  los escasos y mal dotados hospitales y centros de salud, las raquíticas pensiones, la insuficiente dotación  de suministros básicos, como el agua  potable y la electricidad,  y la ausencia de  obras de saneamiento en  las décadas de los años cuarenta y cincuenta. Esta descripción, no sólo  se refiere   a miles de pueblos, de los que hablan  los  libros de historia, sino que la  viví  en mi   infancia en un pueblo de la provincia de  Cádiz  y otros próximos del interior y de la  serranía, carentes de  viviendas  para   dar  cobijo   a decenas de familias, obligadas a  vivir  en  chozas; sin servicios  de  recogida de basuras  que  se amontonaban  en vertederos a  las salidas del pueblo; de los cientos de jornaleros del campo que trabajaban  en la siembra del arroz, en la escarda  y en la recogida  del algodón, por salarios  que le permitían  malvivir; en  un  viejo edificio destinados  a escuela  donde  no había pupitres para todo los alumnos y  sin servicios de aseo o baño; con suministro de agua  de una  única fuente  en la plaza  del pueblo,  sometida a restricciones, en la que era  familiar la imagen de colas de mujeres  con sus cántaros para conseguir agua  potable  durante los veranos;  con una  producción de electricidad, que apenas alumbraba los hogares  y el escaso alumbrado público de las calles, producida por  una  vieja  turbina movida por un canal de agua que surtía  la fuerza motriz  a una  fábrica de arroz.

Esta realidad, de la posguerra, se vio superada en los cincuenta, tras  mi experiencia  como alumno  interno en un colegio situado  en las afueras de  Málaga,  al conocer de cerca,  las condiciones  de vida  de numerosas  familias que se alojaban en chabolas  y cuevas  en  el barrio del  Palo,  y socorrerlas  con algunos alimentos. Aún más  lacerante fue mi llegada a Madrid en el otoño de  1960  y  visitar  al jesuita  José Mª Llanos, que vivía en el Pozo del Tío Raimundo,  al explicarme   las condiciones   de vida  del barrio, lleno de chabolas y miseria. Dos años más tarde,  Jaime García Escudero, igualmente jesuita, me invitó a formar parte  de una asociación integrada mayoritariamente por estudiantes veinteañeros,  para organizar el poblado  de la Alegría  en los terrenos del barrio del Tío Raimundo, destinado a acoger a varias decenas  de familias de etnia  gitana, que en la década de los años sesenta malvivían en cueva cerca de la Celsa. Sin duda,  el contacto con estas realidades sociales, fue decisivo  en  mi compromiso político  y social,    finalizados mis estudios en la Universidad.           

 El aislamiento internacional del  Gobierno español impidió  acceder al  Plan Marshall  que permitió  en  el  periodo  1946-1950, reconstruir  los  países  europeos  beligerantes  en la IIª Guerra  Mundial, aunque se  quebró años más tarde, por  el giro radical  geopolítico  del presidente de  EEUU,  Eisenhower, antaño general victorioso sobre  el nazismo alemán y el fascismo  italiano, y ahora  aliado   de  Franco, tras la muerte del presidente  Truman, con la  firma  de los Acuerdos de Ayuda  y  Defensa  en el año 1953. Este acuerdo no se  condicionó  a ninguna reforma política que hubiese obligado al dictador a cambios políticos, y en los términos  que se firmaron,  hizo posible   que España  con  préstamos  americanos, comprara material militar usado de la  II Guerra  Mundial, materias primas norteamericanas  y ayuda militar, a cambo de autorizar a  EEUU  varias   bases militares  norteamericanas  en el  territorio  español.

Paradojas de la historia, la suerte  sonreía  al franquismo, aliado antaño de Hitler y  Mussolini, y ahora con nuevos compañeros de viaje y su apoyo,  España  se incorporó  a organismos internacionales y restableció las relaciones  exteriores con  diversos países  occidentales. En mis recuerdos,  está  el reparto de leche  a los niños  en los colegios  y la ropa  usada  de ciudadanos  norteamericanos  que se daban de forma  gratuita a los más necesitados. Buen testimonio  de la ayuda americana, cargado de ironía y sarcasmo,  fue  la película  dirigida  por García BerlangaBienvenido  Mister Marshall”, que denunciaba la exclusión de España, de las ayudas   del  Plan Marshall,  rodada y  estrenada unos meses  antes de la firma de los Acuerdos  de Ayuda  en el año 1953.  

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