lunes, 14 de septiembre de 2020

¿ DELENDA EST MONARCHIA?. SEGUNDA PARTE


Por Jerónimo Sánchez Blanco 

Nuevos aires y cambios en la sociedad (1)

En la década  de los sesenta tras el Plan de Estabilización  del año 1959, el nuevo  Gobierno integrado  por los llamados tecnócratas ( López  Rodó, López Bravo, López de Letona, Navarro Rubio, y Ullastres ) rompió  con las dos  décadas   anteriores,  liberalizando   la economía de ciertas  medidas  intervencionistas, devaluando de forma significativa  la peseta y promoviendo varios  Planes de Desarrollo.  En este tiempo  mejoró  la   balanza de pagos  con  la   llegada de turistas, el capital  extranjero  y con las remesas  que enviaban los emigrantes  españoles,  tras  la  apertura  de la frontera a  los países europeos, tomando impulso   las industrias  siderometalúrgicas, petroquímicas y automoción. Los pueblos  de  Andalucía y de otras regiones se despoblaron a causa  de la emigración a Europa, a  Madrid,  a Cataluña y al País Vasco y entraron en contacto  con las costumbres e ideas de  Europa.  No obstante, los nuevos aires de libertad  llegaron  al movimiento estudiantil  universitario y al  movimiento sindical  en las empresas,  con fuerte presencia de  Comisiones Obreras  en las empresas. Las tensiones del régimen franquista con las nuevas orientaciones del Concilio Vaticano II y del Papa   Pablo VI, a raíz de la contestación  de  amplios sectores  del clero a las instituciones políticas   y al Concordato  de  1953,  rompieron  el silencio   y  complacencia  de  sectores de la jerarquía  eclesiástica  en las décadas  anteriores, con las  leyes  e instituciones del régimen  político  franquista. Fui testigo  de la protección  que  diversas parroquias de Madrid, Barcelona  y otras ciudades, daban a reuniones  clandestinas  de la oposición política y sindical, a las que asistí en numerosas ocasiones  y por esta razón fui  llamado a la Dirección General de Seguridad  para  interrogarme   de la  actividad  de algunos  sacerdotes muy activos  en aquellos años, y muy especialmente  de  Mariano Gamo y algún otro  que apoyaban a las asociaciones de vecinos. Obviamente en mis declaraciones restaba  importancia  a tales reuniones, cuyo objeto era  tratar los problemas del vecindario. Este conjunto  de   factores  y circunstancias de muy  diversa  índole, configuraron un entramado  de gran complejidad,  que influyeron   notablemente, años más tarde, en la llamada Transición,  contribuyendo a  la modernización y crecimiento de la economía  y de la mentalidad  de la sociedad española  desde  el punto de vista  cultural,  al entrar en contacto  con  otros  hábitos, libertades  e instituciones  políticas.   


Fue   reveladora   mi experiencia de   tres  veranos  en el campamento de Montejaque  (Ronda) en los años  1964 y 1965  y en las prácticas de alférez en el regimiento de infantería Extremadura 15  en  Algeciras en 1967,  realizando la  milicia  universitaria. En este  período pude  comprobar  que  la propaganda  oficial de la prensa tenía  raíces  en la mentalidad cerrada  de  numerosos jefes y oficiales del  Ejército,  salvo excepciones  muy contadas, en los que  el espíritu  de la insurrección militar   de  1936  y la victoria militar  de 1939, denominada glorioso Movimiento  Nacional,  legitimaba  una  Dictadura a la medida del general Franco y rechazaba  cualquier intento democrático. Contrastaba este  ideario de la mayoría  del  Ejército,  con algunos  jefes militares  ilustres, como lo fueron  los  generales Manuel  Gutierrez  Mellado, Manuel Díez- legría, Luis Pinilla y Guillermo  Quintana  Lacaci,  entre los más  conocidos, además de los miembros  de la UMD, de clara orientación democrática.  Recuerdo especialmente las convicciones  políticas  democráticas y humanistas del  general  Luis Pinilla, al que  me unió  cierta amistad, que  simultaneaba  sus obligaciones  militares  con la  formación  de los aspirantes  a ingresar  en la academia del Ejercito,  en un  centro  educativo  llamado  Forja, al que me invitó  para impartir   varias charlas  sobre  el sistema  democrático  y las reformas políticas necesarias  a realizar   en España,  para instaurar  la democracia. Años más tarde,  el  Gobierno de Adolfo Suarez siendo vicepresidente  el general Manuel  Gutierrez  Mellado, le  nombró  Director  de la Academia General  Militar de  Zaragoza, y desde  este relevante puesto de responsabilidad  vivió  el momento  crítico  del  23  de  Febrero  de  1981, e  impidió  que la  Academia General Militar  se sublevara ante las dudas del capitán general de  Zaragoza y se  adhiriese al golpe de Estado  de  Milans del Bosch, capitán general de la  región  de Valencia, como lo fue también   el capitán general de Madrid, Guillermo  Quintana Lacaci,  que  ordenó   detener  la  toma de la  capital  por la  división acorazada, contra lo ordenado  por Miláns del Bosch. De no haber tenido lugar  la  decisiva intervención del Rey  Juan Carlos, hubiese sido  imposible  detener  el golpe  militar  y defender  las instituciones democráticas.

Volviendo a  los  años  sesenta,  las páginas de Cuadernos  para el Diálogo  y de la revista Triunfo, eran una verdadera  fuente de ideas, información y educación  democráticas, que guardaba  como  un tesoro  en un  oasis en el desierto y  páramo  mediático, que aún  conservo.  En  este tiempo, finalizados  mis estudios universitarios,  inicié la docencia universitaria,  impartiendo  la materia de Ideas y Movimientos Políticos y Economía  Política  en la  universidad  en el curso académico  67-68. Con el  ánimo propio de un  joven  profesor fui invitado por mi amigo José María Ballester, a una reunión  muy singular  en estos  comienzos,  que despertó  mi curiosidad. Esta reunión tuvo lugar a principios de  1968, en compañía  de mi hermano Ernesto y de José María Ballester, ambos  apasionados  por las cuestiones  políticas españolas, con el joven  Juan Carlos de Borbón. El encuentro que duró algo más de una hora, tuvo  lugar en  el Palacio de la Zarzuela, en  su biblioteca, cuando aún  no  era Príncipe ni designado sucesor  en la  Jefatura del  Estado. Personalmente  era muy escéptico acerca del futuro del hijo de D. Juan de Borbón  y que tuviese   ideas  claras acerca de lo que  eran los fundamentos  básicos de la  democracia  y la fortaleza  para  enfrentarse  al franquismo vivo  en todas las instituciones  de la época. No obstante,  para mi sorpresa,  pude observar  que nos  ofrecía  en un lenguaje  sencillo y cercano,  una  visión muy acertada acerca de lo que entendía  por sistema democrático y  su  crítica  de las ideas  e instituciones del franquismo, materias sobre  las  que expuse mis puntos de vista,  que escuchó, y  con especial  atención  a las  dificultades  que le manifesté  de  compatibilizar la Democracia y la Monarquía.  Al final de la reunión  nos emplazó  a  continuar el análisis político, en   siguientes    conversaciones.  He de reconocer  que  aquel encuentro  me tranquilizó pero no quedaban  despejadas  las incertidumbres de la reacción del franquismo  ante  aquellas ideas  innovadoras  de  aquel joven  Borbón. Los  futuros encuentros  no se sucedieron en ese mismo escenario, porque al año siguiente fue nombrado  Príncipe  y sucesor en la Jefatura del  Estado y se le sometió a una estrecha  vigilancia gubernativa en sus contactos  políticos, cortándole  la red de consultas  que  había tejido en los últimos años.

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