viernes, 9 de octubre de 2020

¿ Delenda est Monarchia?.8.- Jerónimo Sánchez Blanco


El consenso

La expresión “ consenso”  se ha reservado  singularmente a la aprobación  de la Constitución de 1978, dentro de la historia  constitucional española, interpretándose   que  las  restantes  Constituciones  españolas  habían  sido  impuestas  ( “trágala”) por una parte de los españoles a la otra. Por  “consenso” en la Constitución de 1978,  no ha de entenderse unanimidad  de los  votos favorables emitidos por los representantes  parlamentarios el 31 de Octubre de 1978 o de los ciudadanos que lo hicieron el 6 de Diciembre de 1978. El “consenso“ fue algo más  que el resultado de las votaciones antes mencionadas, mayoritariamente favorables,  debiendo entenderse  como el  fruto  del esfuerzo de  elaborar unas reglas del juego que permitiesen  integrar   a todos los españoles  y  a la  mayoría de los grupos  y partidos  políticos.  Nadie podía  reclamar  como   propia  la Constitución  de 1978, ya que era de todos  y de nadie  en particular, al no ver en ella  reflejados  la totalidad de  los deseos  y objetivos programáticos  de cada ideología, pero tenía  la virtud de hacer posible  que todos los españoles  sin exclusión de ideas políticas,  pudiesen  convivir  pacíficamente, reconociendo el pluralismo político de los españoles, sin más limitaciones  que las derivadas  del respeto  a los derechos de los demás y a las leyes.  Hizo del dialogo sincero  y del respeto  al   adversario,  un instrumento  decisivo que facilitó el clima de confianza  y lealtad necesarios entre los líderes e interlocutores  políticos. Todo ello  propició  el acercamiento  de las posiciones   ideológicas y  la creación de la urdimbre necesaria para tejer  el consenso y la reconciliación  de los españoles  enfrentados en la Guerra Civil  de 1936 y cuyas heridas  no se habían cicatrizados 40 años más tarde. Finalmente, la  predisposición a consensuar contó con la inestimable  ayuda de la riqueza de  la lengua castellana,  que   permitía  superar    posiciones  ideológicas  aparentemente antagónicas,   mejorando la redacción  del texto.  Hubo verdadera  riqueza  en el uso del lenguaje  para concitar  acuerdos y mayorías, limando  y allanando  conceptos y expresiones. Aspecto  muy relevante  para alcanzar  acuerdos a través del dialogo, lo constituyó  el método de trabajo que  se   aplicó  tanto   en las reuniones  y debates. Dicho método  tuvo  varias  fases  imprescindibles:


a)- En primer lugar, era necesario  compartir  un   diagnóstico  de  la crisis  política  y económica, tanto  de  los problemas   derivados   de la Dictadura del general  Franco, como de los problemas  económicos  que se habían  agudizados  desde  1975  tras  la crisis  del  petróleo. Antes de iniciar  una terapia  era imprescindible  diagnosticar  y compartir  entre las fuerzas  políticas mayoritarias los males  que aquejaban al sistema político, social  y económico y sus causas.

b)- En segundo lugar, no era suficiente compartir  el diagnóstico sino  también  compartir  los objetivos  e ideales   del nuevo  orden ético y jurídico político que  se fundamentaría   en los valores democráticos   del “ sueño europeo” :  la libertad, el pluralismo, la igualdad, la solidaridad de los ciudadanos españoles y el Estado de Derecho. La voluntad mayoritaria era clara  y precisa: que España dejara de ser   la anomalía europea, tras  varias décadas de un  régimen político,  personalista  y caudillista, represor de las libertades políticas y de los derechos  fundamentales de la persona,  consagradas en la Declaración Universal de  Derechos Humanos de 1948, impropio de  naciones   avanzadas en  la Europa moderna y civilizada. Los cambios y transformaciones económicas y sociales  de la sociedad española en la década de los sesenta y primeros de los setenta  del siglo XX, favorecieron el  cambio político.

c)- En tercer lugar, era necesaria   una estrategia   común, dado que los  avances económicos y materiales  de la sociedad española, no eran  una garantía absoluta, como se puso de manifiesto en  el  fallido golpe de Estado del 23 de Febrero de 1981  y la ofensiva terrorista de ETA,  GRAPO y la extrema derecha. Fue necesario diseñar  y compartir una estrategia e implementar  las medidas necesarias para hacer frente a la crisis económica, al terrorismo  y al nerviosismo  del Ejército  y de las Fuerzas  y Cuerpos de Seguridad,   dando  estabilidad   al Gobierno  de la Unión de Centro Democrático, luchando contra el pesimismo, la incertidumbre  y el miedo. Aquel momento  crítico se afrontó  con  lealtad al Gobierno, y con sentido  de  responsabilidad de  Estado, lejos del espíritu de    insidia   y revancha  que hemos conocido    con posterioridad  en momentos  muy críticos. Fueron   apoyados y aprobados   en Las Cortes, en Octubre  de 1977,  los  Pactos  Políticos y Económicos de la  Moncloa, y  una  Amnistía  política para todas las personas  que hubiesen cometido delitos, que especialmente beneficiaría  a  los miembros de ETA  encarcelados. Estas medidas y acuerdos  contribuyeron a unir  y forjar  el consenso necesario para  el debate y la aprobación de la Constitución de 1978, aunque a corto plazo, no se vieron satisfechas todas las expectativas, en la derrota del terrorismo y en la superación de la crisis económica.

Esta triple dimensión de la acción política, cimentaron el consenso constitucional  y la  confianza  entre las fuerzas políticas.  De  hecho,  en el  otoño  de  1977 y a lo largo de 1978,  funcionaron numerosas comisiones parlamentarias   que  materializaron  el diálogo con el Gobierno  y  de la oposición entre sí. Mi adscripción a la  comisión de Economía  y Hacienda  me permitió  participar y seguir  muy de cerca  la discusión  y debate de la reforma  fiscal, compromiso  contraído en los Pactos de la Moncloa, que modernizó   el   anticuado  sistema fiscal  español, con el apoyo del  ministro de Hacienda, en aquél momento  Francisco Fernández  Ordoñez. Nuestra  amistad nos granjeó  una confianza reciproca, incluso  cuando   nos presentamos  por  la provincia de Cádiz, en distintas candidaturas, en  las elecciones  generales de  Marzo de 1979, viajando juntos  en  un vuelo  Madrid- Jerez, para participar en varios mítines  y   cuyo trayecto se nos hizo corto  comentando la actualidad política.

 También lo fue con ocasión de los debates en la comisión de Industria y Energía, como miembro de la misma, en  la  que fueron tratados  asuntos tan importantes como el Plan Energético Nacional que discutimos  Javier Solana y yo  con el entonces  ministro de Industria  Agustin  Rodriguez  Sahagún, en su despacho  y  la crisis de los astilleros, uno de los  sectores industriales    afectados  por la crisis del petróleo  con  especial   incidencia  en  Cádiz, Puerto Real, San Fernando, San Roque, Ferrol, Vigo  y  Sestao. Este  asunto, motivó varias reuniones de los parlamentarios de la provincia de Cádiz,  en una de las salas  del Congreso  con el  presidente Suarez  y el ministro de Hacienda  Francisco Fernández  Ordoñez, en la que le expusimos  la grave situación  de los astilleros en esta provincia   y la inacción gubernamental, dada la caída de los pedidos de los  grandes petroleros  y del tráfico   marítimo. En estas   circunstancias  y por la misma  cuestión  solicité un reunión  al vicepresidente  Enrique Fuentes  Quintana, acompañado de  varios  líderes   de los astilleros  gaditanos de  CCOO y UGT, asunto    que me obligó a  otra reunión  con el entonces  presidente  del INI  Francisco  Jiménez  Torres, en la que tratamos   la crisis  de la  factoría de Bazán en San Fernando, reunión que permitió  aprobar  determinadas medidas  a favor del empleo  y que permitió  neutralizar  temporalmente los expedientes de  regulación de empleo, tal como  expuse   días más tarde,   ante una asamblea  de trabajadores  muy concurrida,  en la factoría de Bazán. Este ambiente de diálogo  y entendimiento se repitió en la comisión  de Obras Públicas, entre cuyos  asuntos   debatí con el  entonces ministro  Joaquín  Garrigues, la  necesidad de   que el  Estado  rescatara  la concesión  del  peaje  del puente  León  Carranza  sobre la bahía de Cádiz. Dicho  peaje  fue liberado  muchos años después. Igualmente se mantuvo el clima de diálogo  y entendimiento en las diferentes  reuniones   que celebramos  en la  comisión  de Transportes y Comunicaciones, con representantes  del Gobierno para  aprobar   una ley  que afectaba   al organismo autónomo Correos, En esta comisión participó y colaboró de forma  muy activa  un compañero  del grupo parlamentario socialista,  llamado  Manuel  Turrión de  Eusebio, miembro del  PSOE  desde la guerra civil y  represaliado   en la posguerra,  que contribuyó  al  entendimiento entre el sector histórico  y el renovado del PSOE,  y a defender los  derechos  de los republicanos, igualmente represaliados por el franquismo, hermano de  Luis Turrión, que  llegaría éste, a ser  abuelo  materno  de un  importante líder  político  español  actual.

  

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