domingo, 3 de enero de 2021

Pluralismo Politico y conflictividad en la sociedad actual (2): Jerónimo Sánchez Blanco





La formación histórica del pluralismo ideológico 

C.- De la filosofía  y la teología  a la revolución científica y técnica 

Desde  mediados del siglo XVII, se fue abriendo una brecha  histórica entre  la Ciencia, las Humanidades  y la  Religión, situación  que en gran medida perdura  entre  muchos científicos  y  parte de las confesiones religiosas. El progreso técnico y científico  llevó a muchos sectores de la sociedad europea a un gran entusiasmo por la Ciencia en detrimento de  las  corrientes  humanistas  y religiosas.


        El pluralismo alcanzó un fuerte  impulso  con la nueva Ciencia Moderna, cuyo desarrollo tuvo lugar  entre  los siglos XVII, XVIII  y XIX, desde que en el año  1.543  se publicase  la obra  “De revolutionibus orbium coelestium “  de Nicolas Copérnico, sustituyendo el paradigma de Ptolomeo  relativo  al movimiento del Sol alrededor de la  Tierra, por el movimiento de la Tierra  alrededor  del Sol. Serán posteriormente Kepler, Galileo y Newton  quienes  hagan progresar  la Mecánica Celeste o  Clásica, haciendo del disenso  dentro del pensamiento científico, una herramienta  decisiva para el  progreso científico. De igual modo sucedió  con las nuevas ideas científicas  en materias tan diversas como la Medicina (Vesalio y Harvey). Química ( Lavoisier), Matemáticas  (Leibniz), etc. Al cambio en la metodología   y perspectiva científica, hay que añadir  los cambios tecnológicos   que tuvieron lugar en los países  que iniciaron  a finales del siglo XVIII la industrialización, gracias a la era de los grandes  inventos  de la máquina de vapor  de James Watt, la lanzadera volante de John Kay, el ferrocarril  de  Stephenson, el acero, la electricidad, el teléfono, el petróleo y el motor de combustión, el electromagnetismo, las nuevas  fuentes de energías, internet, la revolución digital, las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial etc. Perdura  en amplios sectores de la sociedad actual,  la interpretación del positivismo    propugnada  por la Ilustración, en la que se sustituyen  los contenidos de las Religiones del Libro (Judaísmo, Cristianismo  e Islam ), de la Ética, de la Filosofía y del Humanismo  por la  creencia en la Ciencia y en la Técnica.    

 D.- Del  Estado  liberal al nacionalismo

        Tras el triunfo de las revoluciones liberales en Europa y la creciente industrialización europea,  en gran medida  como reacción  frente  a la uniformidad  del pensamiento liberal y a las transformaciones económicas surgidas de la revolución industrial  que estaban aconteciendo, le sucedió  la toma de conciencia del  nacionalismo, muy vinculada al romanticismo europeo (Herder). Hasta el siglo XVIII, el sentimiento nacional tuvo una dimensión  de identidad cultural  colectiva, en el marco político de las Monarquías  absolutas. La pertenencia a una determinada nación,  vinculaba a los individuos   a un determinado territorio, sin que ello cuestionase  la legitimidad  o el fundamento del poder  divino de los Reyes y de la Monarquía,  ni la condición de súbdito. Este sentimiento nacional  era expresión de  una  identidad colectiva, sentimiento  y conciencia  colectiva que se compartía  por la existencia  de una lengua común, unas mismas creencias religiosas, tradiciones, costumbres y una historia  colectiva con héroes  y guerreros  de gran prestigio que en la  historia del pasado  habían  protagonizado gestas de  liberación de su pueblo, incorporándolos a su mitología.

        Sin embargo, en las transformaciones promovidas por el liberalismo político, en el que la Nación era el fundamento  y la fuente de legitimidad del poder y del Estado, el nacionalismo  político vio su oportunidad histórica  al   interpretar  y proyectar  el sentimiento nacional  de los individuos  que compartían  una misma lengua y un pasado histórico común, como la  expresión inequívoca de la Nación. Una nueva manifestación  del pluralismo  a través de las ideologías nacionalistas, irrumpió  en la vida  de los pueblos europeos, en el primer tercio del siglo XIX  y  alcanzó su mayor  auge   en el XX, reivindicando  el derecho de las naciones  a  constituirse en  Estados  soberanos. No se hubiese explicado  la  unificación alemana de 1.871,  sin el fuerte sentimiento  nacional alemán  que le precedió, o  la unificación de  Italia en 1.870, sin el sentimiento  de  identidad italiano, o  la consolidación del nacionalismo  vasco  con Sabino Arana y del nacionalismo catalán con Prat de la Riva, sin esta conciencia nacional  que  aspiraba  a la creación de un Estado propio.     

E.- De  las revoluciones  sociales  a  las sociedades democráticas

        En la aceptación y consolidación histórica  del pluralismo  en la sociedad contemporánea, fueron determinantes,  a partir de la segunda mitad del siglo XIX las luchas sociales del naciente proletariado, que reclamaba  reformas sociales y derechos políticos  que garantizaran su  presencia en la vida política. La Revolución  de 1.848  en Francia  y  especialmente la Revolución  Rusa de 1.917, marcan  un hito histórico  en la identidad  de una nueva clase social  que exige ser oída  en las instituciones  y foros políticos, hasta entonces monopolizados por la  aristocracia y la burguesía. Las reivindicaciones   de los sindicatos  y partidos políticos  obreros,  constituyeron  una seria amenaza  para los grupos  sociales dominantes, al constatar  las diferencias  que les separaban de las nuevas exigencias  del mundo  obrero.

        Una vez más, el disenso  y las discrepancias  en materia de reformas sociales, ampliaron  las ideas e intereses  en conflicto  de  la vida social y política de la sociedad. Bien es cierto, que la apertura y el reconocimiento  de los intereses  de la nueva clase social  obrera, no fue tarea fácil  ni de  pocos años, frente a los intereses e ideología  de los sectores conservadores  y liberales  que controlaban  mayoritariamente  el poder  político y  económico. Las conquistas  sociales  en materia  de participación política  en la vida pública,  a través de partidos políticos socialistas, socialdemócratas y  sindicatos de orientación  socialista  y anarquistas, lo fue  tras muchos sacrificios   y reformas legislativas, a lo largo  de   décadas (el derecho al voto, la  reducción  de  la  jornada laboral, los salarios, la protección  del trabajador frente a  la enfermedad, al accidente de trabajo,  al desempleo y a la jubilación), como también lo fueron las conquistas liberales  frente al absolutismo  del Antiguo Régimen. Durante el siglo XIX y posteriormente,  irrumpieron las ideologías,  democráticas reivindicando la igualdad y la extensión de  los logros del sistema  liberal  para todos los ciudadanos  sin distinción de clase  social,  color,  etnia  o género. El reconocimiento de los derechos políticos  y sociales de los trabajadores, de las mujeres, y los derechos  que conducían  al proceso de  emancipación de las antiguas colonias,  constituyó  una tarea   que  se consolidará a mediados del XX, no sin esfuerzo, derramamiento de sangre   y grandes luchas sociales.

F.- Los riesgos de las sociedades democráticas

        Este largo período  histórico de  construcción del pluralismo político y social, ha conocido épocas especialmente  críticas, en la sociedad contemporánea. La  Revolución rusa de Octubre  de 1.917 y la época de Stalin,  la  llegada al poder del fascismo  italiano en 1.922,  la consolidación del nazismo  alemán  desde 1.933, los regímenes comunistas de Europa del Este  hasta   muy recientemente, y la Dictadura  del general Franco en España y de  Salazar en Portugal, de Marcos en Filipinas, el régimen de los Jemers rojos  en  Camboya y  las Dictaduras comunistas actuales de China, Corea del Norte y Cuba violaron las libertades y los derechos humanos, reprimiendo   cualquier manifestación de disidencia política. Asimismo los  sistemas autoritarios y teocráticos islamistas que se han desarrollado  en varios países árabes y africanos, constituyeron y  siguen siendo,  el contrapunto al pluralismo  ideológico, negando la libre expresión de ideas  y  las libertades  individuales, así como  la tolerancia  y  el respeto a los derechos  de la personas. Aunque  los avances de los  países  democráticos  han sido importantes  en la segunda   mitad del siglo XX, sin embargo, los riesgos de involución y el trabajo pendiente  para los próximos años  son  importantes.

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