No pretendo en este artículo pronunciarme a favor de la República o de la Monarquía en nuestro país, aunque, por supuesto, tengo mi opinión bien formada y justificada. Eso sería otro debate, quizás interesante, pero alejado de lo que pretendo con estas líneas.
España tiene como forma política del Estado una Monarquía Parlamentaria, ¿por qué? sencilla la respuesta, lo dice el artículo 1º de nuestra Constitución. Y por lo tanto, si respetamos nuestra Carta Magna y admitimos los derechos que emanan de ella y de los que nos hemos impregnados los españoles y españolas a lo largo de sus más de cuarenta años de vida, también debemos respetar las instituciones que nos dimos a través de nuestro Texto Constitucional, entre ellas la Monarquía.
¿Podemos cambiar nuestra forma política de Estado? Por supuesto. Reformando la Constitución. Mientras, respetemos las normas y respetemos a la Institución.
Seguramente estas líneas causarán debate; opiniones a favor y opiniones en contra. Pero sólo pretendo dar la mía sobre un tema en el que nos estamos acostumbrando a usar más la visceralidad ideológica que la razón fundamentada.
Mucho se está hablando sobre la marcha de la Princesa Leonor a realizar sus estudios de bachillerato al extranjero desde una perspectiva de privilegios y poco se está haciendo desde la perspectiva de la formación de la que está llamada a ser nuestra Jefa del Estado.
Cada vez son más padres y madres (trabajadores, empresarios, de izquierda, de derechas, de centro, apolíticos,....) los que se plantean, afortunadamente, conceder a sus hijos o hijas, la oportunidad (a veces plagada de esfuerzo económico) de poder realizar algunos cursos de su formación secundaria o superior fuera de nuestras propias fronteras. Yo mismo, fiel y público defensor de nuestra educación pública, estoy entre esas personas que piensa que puede ser bastante positivo que nuestros niños y niñas sepan valorar otras culturas e idiomas a través de la formación.
Cada vez más jóvenes de nuestro país, deciden realizar cursos universitarios (a través de ERASMUS por ejemplo), Másteres, Formación complementaria o incluso Bachillerato y Educación Secundaria en otros países aprovechando, por ejemplo, los planes de convalidación puestos en marcha por el propio Ministerio de Educación. No dudo que quizás sean pocas las ayudas públicas al respecto y que dichas decisiones, en muchos casos, vienen acompañadas de importantes esfuerzos económicos por parte de las familias. Pero la realidad es que a nadie de nuestro entorno se nos pasa por la cabeza criticar de un modo visceral tales decisiones. Es más, las enmarcamos, como decía antes, en una oportunidad para formar a nuestras generaciones futuras en idiomas, cultura, etc.
Sin embargo, si la decisión la toma la familia Real con su primogénita, entonces sí está rodeada de un halo de privilegio y somos capaces de abrir un debate innecesario, improductivo y que no lleva a nada que no sea más enfrentamientos estériles entre una sociedad cada vez más fraccionada, incapaz de dirimir cuales son sus verdaderos problemas.
Felipe VI es el Jefe del Estado, mientras no cambiemos nuestra Constitución. Su hija, la Princesa Leonor, está llamada a ser su sucesora. Entre tanto, respetemos la forma de Gobierno que nos hemos dado los españoles y las españolas. Sintámonos orgulloso de nuestras Instituciones y luchemos por ser un Estado fuerte y maduro. Sólo esa madurez nos dará la posibilidad de evaluar nuestros logros o necesidades, abrir un debate sosegado e inteligente y promover, llegado el momento, los cambios que democráticamente estemos dispuestos a afrontar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario