viernes, 29 de agosto de 2025

El papel de fumar: memoria y tradición

 

Vean el mensaje- Aumenta el Placer de fumar 

El papel de fumar fue durante décadas compañero inseparable de quienes compraban el tabaco en picadura. Era un gesto casi ritual: abrir el sobre, extender el papelillo entre los dedos, colocar el tabaco y darle forma con paciencia, antes de humedecer el borde y encenderlo. En el campo, en los descansos de faena, o en la taberna al calor de la charla, aquel sencillo papel estuvo siempre presente.

Su historia arranca en el siglo XIX, cuando España se convirtió en uno de los grandes centros productores. Marcas como Pay-Pay, nacida en Alcoy en 1764, o Smoking, que aparecería en 1879 en Cataluña, llevaron el papelillo español por medio mundo. Fino, ligero y barato, se convirtió en un invento popular y universal. Aquí en Tesorillo, la marca que se impuso fue Zig-Zag (ver foto) 

En Tesorillo, como en tantos pueblos, era habitual ver a los hombres con el paquetito de papel, el "librillo de papel" como se le denominaba,  en el bolsillo de la camisa o del pantalón, siempre a mano para liar un cigarro en cualquier momento. Era casi una seña de identidad de otra época más sencilla.

 

¿ No irritaba ni ojos ni garganta? 

 

Con el tiempo, su uso cambió: de liar el tabaco tradicional pasó también a estar ligado a otra generación que lo asoció a los porros, pero su origen humilde siempre estuvo en el gesto cotidiano de los mayores.

Hoy, tras un tiempo en que parecía haber desaparecido, el papel de fumar ha vuelto a cobrar vida: son muchos los fumadores que prefieren el tabaco de liar, quizá buscando ese sabor más auténtico, menos aditivos  y también, por qué no, esa pequeña herencia de nuestros mayores.

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