martes, 2 de septiembre de 2025

Un documento histórico sonoro, de mucho valor

 




Corría el año 1928 cuando el pueblo de Tesorillo fue testigo de un acontecimiento tan insólito como pintoresco. Hasta aquí llegó, en su propia avioneta, el famoso torero José García Carranza, “El Algabeño”, que por aquel entonces vivía un idilio con Mercedes Larios, hija de doña Pepita —la marquesa  de Marzales— y de don Pablo Larios. Al parecer, la distinguida familia Larios-Marzales celebraba por aquellos días un acto social, quizá un bautizo

Lo curioso vino después. Pasados dos o tres días, la avioneta se negó a despegar. Y fue entonces cuando se vivió una de esas escenas que han quedado para siempre en la historia local- el aparato, en lugar de volar, tuvo que ser llevado desde una vega cercana hasta el centro del pueblo, arrastrado pacientemente por una yunta de bueyes. El encargo era llevarlo al taller del Maestro Cerralbo, que con sus manos sabias acabaría reparándolo.

El suceso, como era de esperar, dio mucho que hablar en las casas y en los corrillos de vecinos. Y nadie mejor que Diego “El Piconero”, persona con toda la chispa del mundo  , para ponerle copla al caso. Con gracia y picardía, compuso una de esas letrillas que corrían de boca en boca, arrancando sonrisas allá donde se escuchaban.

 Entre los recuerdos guardados por Sagrario Gil apareció una grabación entrañable ( de principios de este siglo) : su madre, la siempre  recordada Ángeles Fernández, entonando con cariño esos versos que hicieron reír a toda una generación. Ángeles falleció en septiembre del 2009 y Sagrario en diciembre de 2024

Hoy, El Blog de Paqurro rescata y comparte ese documento sonoro, que no es sólo una canción, sino también un pedacito de nuestra memoria colectiva: la historia de cómo un torero, una avioneta, una yunta de bueyes y la gracia de un pueblo se unieron para dejar huella en Tesorillo.

 

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