La formación histórica del pluralismo ideológico
C.- De la filosofía y la teología a la revolución científica y técnica
Desde mediados del siglo XVII, se fue abriendo una brecha histórica entre la Ciencia, las Humanidades y la Religión, situación que en gran medida perdura entre muchos científicos y parte de las confesiones religiosas. El progreso técnico y científico llevó a muchos sectores de la sociedad europea a un gran entusiasmo por la Ciencia en detrimento de las corrientes humanistas y religiosas.
El pluralismo alcanzó un fuerte impulso con la nueva Ciencia Moderna, cuyo desarrollo tuvo lugar entre los siglos XVII, XVIII y XIX, desde que en el año 1.543 se publicase la obra “De revolutionibus orbium coelestium “ de Nicolas Copérnico, sustituyendo el paradigma de Ptolomeo relativo al movimiento del Sol alrededor de la Tierra, por el movimiento de la Tierra alrededor del Sol. Serán posteriormente Kepler, Galileo y Newton quienes hagan progresar la Mecánica Celeste o Clásica, haciendo del disenso dentro del pensamiento científico, una herramienta decisiva para el progreso científico. De igual modo sucedió con las nuevas ideas científicas en materias tan diversas como la Medicina (Vesalio y Harvey). Química ( Lavoisier), Matemáticas (Leibniz), etc. Al cambio en la metodología y perspectiva científica, hay que añadir los cambios tecnológicos que tuvieron lugar en los países que iniciaron a finales del siglo XVIII la industrialización, gracias a la era de los grandes inventos de la máquina de vapor de James Watt, la lanzadera volante de John Kay, el ferrocarril de Stephenson, el acero, la electricidad, el teléfono, el petróleo y el motor de combustión, el electromagnetismo, las nuevas fuentes de energías, internet, la revolución digital, las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial etc. Perdura en amplios sectores de la sociedad actual, la interpretación del positivismo propugnada por la Ilustración, en la que se sustituyen los contenidos de las Religiones del Libro (Judaísmo, Cristianismo e Islam ), de la Ética, de la Filosofía y del Humanismo por la creencia en la Ciencia y en la Técnica.
D.- Del Estado liberal al nacionalismo
Tras el triunfo de las revoluciones liberales en Europa y la creciente industrialización europea, en gran medida como reacción frente a la uniformidad del pensamiento liberal y a las transformaciones económicas surgidas de la revolución industrial que estaban aconteciendo, le sucedió la toma de conciencia del nacionalismo, muy vinculada al romanticismo europeo (Herder). Hasta el siglo XVIII, el sentimiento nacional tuvo una dimensión de identidad cultural colectiva, en el marco político de las Monarquías absolutas. La pertenencia a una determinada nación, vinculaba a los individuos a un determinado territorio, sin que ello cuestionase la legitimidad o el fundamento del poder divino de los Reyes y de la Monarquía, ni la condición de súbdito. Este sentimiento nacional era expresión de una identidad colectiva, sentimiento y conciencia colectiva que se compartía por la existencia de una lengua común, unas mismas creencias religiosas, tradiciones, costumbres y una historia colectiva con héroes y guerreros de gran prestigio que en la historia del pasado habían protagonizado gestas de liberación de su pueblo, incorporándolos a su mitología.
Sin embargo, en las transformaciones promovidas por el liberalismo político, en el que la Nación era el fundamento y la fuente de legitimidad del poder y del Estado, el nacionalismo político vio su oportunidad histórica al interpretar y proyectar el sentimiento nacional de los individuos que compartían una misma lengua y un pasado histórico común, como la expresión inequívoca de la Nación. Una nueva manifestación del pluralismo a través de las ideologías nacionalistas, irrumpió en la vida de los pueblos europeos, en el primer tercio del siglo XIX y alcanzó su mayor auge en el XX, reivindicando el derecho de las naciones a constituirse en Estados soberanos. No se hubiese explicado la unificación alemana de 1.871, sin el fuerte sentimiento nacional alemán que le precedió, o la unificación de Italia en 1.870, sin el sentimiento de identidad italiano, o la consolidación del nacionalismo vasco con Sabino Arana y del nacionalismo catalán con Prat de la Riva, sin esta conciencia nacional que aspiraba a la creación de un Estado propio.
E.- De las revoluciones sociales a las sociedades democráticas
En la aceptación y consolidación histórica del pluralismo en la sociedad contemporánea, fueron determinantes, a partir de la segunda mitad del siglo XIX las luchas sociales del naciente proletariado, que reclamaba reformas sociales y derechos políticos que garantizaran su presencia en la vida política. La Revolución de 1.848 en Francia y especialmente la Revolución Rusa de 1.917, marcan un hito histórico en la identidad de una nueva clase social que exige ser oída en las instituciones y foros políticos, hasta entonces monopolizados por la aristocracia y la burguesía. Las reivindicaciones de los sindicatos y partidos políticos obreros, constituyeron una seria amenaza para los grupos sociales dominantes, al constatar las diferencias que les separaban de las nuevas exigencias del mundo obrero.
Una vez más, el disenso y las discrepancias en materia de reformas sociales, ampliaron las ideas e intereses en conflicto de la vida social y política de la sociedad. Bien es cierto, que la apertura y el reconocimiento de los intereses de la nueva clase social obrera, no fue tarea fácil ni de pocos años, frente a los intereses e ideología de los sectores conservadores y liberales que controlaban mayoritariamente el poder político y económico. Las conquistas sociales en materia de participación política en la vida pública, a través de partidos políticos socialistas, socialdemócratas y sindicatos de orientación socialista y anarquistas, lo fue tras muchos sacrificios y reformas legislativas, a lo largo de décadas (el derecho al voto, la reducción de la jornada laboral, los salarios, la protección del trabajador frente a la enfermedad, al accidente de trabajo, al desempleo y a la jubilación), como también lo fueron las conquistas liberales frente al absolutismo del Antiguo Régimen. Durante el siglo XIX y posteriormente, irrumpieron las ideologías, democráticas reivindicando la igualdad y la extensión de los logros del sistema liberal para todos los ciudadanos sin distinción de clase social, color, etnia o género. El reconocimiento de los derechos políticos y sociales de los trabajadores, de las mujeres, y los derechos que conducían al proceso de emancipación de las antiguas colonias, constituyó una tarea que se consolidará a mediados del XX, no sin esfuerzo, derramamiento de sangre y grandes luchas sociales.
F.- Los riesgos de las sociedades democráticas
Este largo período histórico de construcción del pluralismo político y social, ha conocido épocas especialmente críticas, en la sociedad contemporánea. La Revolución rusa de Octubre de 1.917 y la época de Stalin, la llegada al poder del fascismo italiano en 1.922, la consolidación del nazismo alemán desde 1.933, los regímenes comunistas de Europa del Este hasta muy recientemente, y la Dictadura del general Franco en España y de Salazar en Portugal, de Marcos en Filipinas, el régimen de los Jemers rojos en Camboya y las Dictaduras comunistas actuales de China, Corea del Norte y Cuba violaron las libertades y los derechos humanos, reprimiendo cualquier manifestación de disidencia política. Asimismo los sistemas autoritarios y teocráticos islamistas que se han desarrollado en varios países árabes y africanos, constituyeron y siguen siendo, el contrapunto al pluralismo ideológico, negando la libre expresión de ideas y las libertades individuales, así como la tolerancia y el respeto a los derechos de la personas. Aunque los avances de los países democráticos han sido importantes en la segunda mitad del siglo XX, sin embargo, los riesgos de involución y el trabajo pendiente para los próximos años son importantes.
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