Llevamos más de setenta mil personas que , hasta ahora, se ha llevado esta maldita pandemia. Y es cierto que se van los mejores, lo malo es que eso lo pensamos luego. Cuando ya se han ido y nos entra esa angustiosa certidumbre de no haberles dicho suficientemente que le queríamos.
Esto ocurre siempre pero en este maldito 2020 que acabamos de despedir ha ocurrido de manera especial porque han sido muchísimos los seres queridos que quisieron despedirse de quienes debían y no pudieron debido a la pandemia y tuvieron que soportar con entereza la soledad de los muertos.
Lo dijo Gustavo Adolfo Bécquer hace ciento cincuenta años:” ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!!”. Hoy se han quedado más solos que nunca.
Niños, jóvenes con toda la vida por delante, mujeres y hombres que no merecían irse después de haber trabajado tanto, jubilándose o a punto de jubilarse, ancianos esperanzados tan solo en que alguien les dijera adiós cogiéndoles las manos. Todos se han tenido que marchar en la soledad sin medias tintas, en esa injusta despedida por el camino más corto, sin nadie.
Solo por todos ellos, mártires del Coronavirus, deberíamos obligarnos nosotros mismos a empezar el año haciendo todo lo que esté en nuestras manos para poder frenar esa tercera ola que ya la tenemos casi encima.
Solo por todos ellos, que fueron tan de verdad como nosotros.
Patricio González García
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