sábado, 12 de febrero de 2022

AQUELLOS SESENTA.: JUAN MANUEL RAMIREZ TOCON



Intento atrapar el pasado entre las manos pero unos dedos sarmentosos dejan caer al vacío los recuerdos. Difícilmente me viene a la memoria esos parches sobre la raída pana de unos pantalones con todos los inviernos que pudieron soportar. Sobre la velada imagen cruza, sin dejar estela, unos “gorilas” cuyas punteras recibían su periódica mano de tinte cada domingo y esa revisión de unas manos que nos mimaban y que nos impregnaba de colonia fresca antes de salir a disfrutar de la única mañana festiva que había en los calendarios de los sesenta.

Eran años donde la felicidad no nos la traía el saldo de megas de un móvil o atrapar un “pokemón” en el arriate de la plaza. Saboreábamos la dicha de vivir la calle, de disfrutar cada una de las posibilidades que nos presentaban las eternas noches de verano donde dejábamos las tertulias en las puertas de las casas para irnos a recorrer el pequeño pueblo sintiéndonos verdaderos “sheriff” al llevar, en nuestro cinturón, el revolver que los reyes nos trajeron junto al coche tele dirigido de lata o la "Nancy".
La carencia de convenios colectivos nos dejaba huérfanos de padre durante todo el día. Escuchábamos el postigo de cerrarse cada mañana cuando aún quedaba para que el sol anunciase un nuevo día, y por la noche, cuando unos "telerines" descoloridos nos mandaban a la habitación que compartíamos con el abuelo tras haber despachado un cuenco de leche migada ordeñada del día.
Eran años de picón, tahona, tiza y hogar, un hogar que disfrutábamos porque aún quedaban años para que la tecnología nos separara estando tan juntos.
No me pregunte por la ropa que vestí ayer, no me acuerdo, pero pondré a funcionar a tope la memoria para disfrutar de un paseo por unos años maravillosos.

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