¿Se puede saber qué hacemos en este mundo los mayores ? ¿Para qué servimos?. En teoría para mucho, en la práctica para coger el Covid y lo que sea, para gastar dinero público en hospitales, medicinas y pensiones, para que nos hagan un ERE por viejos, para ser taxistas de nuestros nietos, y algunos, de sus hijos porque en estos tiempos se es padre o madre muy tarde. Eso de cada cosa a su tiempo ya pasó a la historia y debe ser porque es verdad que el tiempo es algo relativo, y en el fondo, se trata sólo de una ilusión que ideamos para entendernos.
Los mayores estamos ahí para apagarle los fuegos al Gobierno, apoyando con nuestras pensiones a nuestros hijos y nietos; estamos para pasarle al pariente o a la parienta, además de los hijos, la cuota de manutención si estamos separados o divorciados, somos una seguridad social en la sombra, pero si nosotros necesitamos esa seguridad social nos dan una cita para cuando ya no hace falta porque estamos ante el juicio final.
La mayoría de los medios tampoco nos quieren a los mayores porque saben que somos impermeables a la publicidad, es más difícil engañarnos, no somos una inversión de futuro en una comunicación basada en el show y en la guasa. Y que deberían pagarnos por escucharles.
Pero es que nosotros también hemos sido así y tenemos la ventaja de poder comparar y ahora que somos más sabios no van a poder con nosotros porque estamos en la flor de la vida, algo marchita, pero flor. Somos un vino de reserva que se bebe a pequeños sorbos, somos los que nos hemos dado cuenta que hay gente decente e indecente en todas las fases de la vida, somos los que nos reímos de nosotros mismos y de toda la cursilería que existe y los que sabemos de sobra que todo el tiempo pasado fue peor y por eso ni nos vamos a morir así porque sí, ni nos vamos a dejar que nos maten.
Cuidado que el tiempo también hace afinar la puntería y los mayores tenemos una puntería finísima, estamos vacunados contra todo, incluida la estupidez. Somos capaces hasta de coger el covid y morirnos como acto de servicio a la hostelería y al cachondeo y para que los de menos sesenta sigan con su vieja normalidad.
Patricio González
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