Portas tus preguntas sin respuestas, escuchando la campana muda en un eco de silencio que te recorre el alma...
Que
alguien le implore a esta imagen, y que le confiese que la fuerza la
está haciendo el corazón y que lo está lubricando las lágrimas que le
regalo...
Mi piel está en carne viva, atravesada
por cornetas y tambores, y que por muy fría y oscura que sea la noche,
estoy sudando por llevar en mi costal promesas encandiladas de
orgullo...
Penitencia sería mi vida si algún día no pudiera someterme entre tus varales...
Mecidos al son de peticiones secretas, lacradas con voluntarios dependientes de una pasión irracional...
Dejadme
que este Viernes Santo se me nuble la mirada al verte, dejadme que
tenga escalofríos cuando te recuerde, dejadme que enloquezca sobre palio
y dejadme que suspire cuando digan " ¡al cielo con ella!"...
¿Cómo
te lo explico?, si las lágrimas no me dejan. ¿ Cómo te digo que es el
amor verdadero de mi alma? ¿Cómo te demuestro que cuando me arrodillo
estoy más cerca del cielo? ...
Y demuéstrame que
bajo tu manto existe la verdad que siempre he ido buscando entre mundos
agnósticos, el condicionante de este sentimiento y la cordura de eso que
le llaman vida...
Sólo una noche, sólo esta noche,
es la tuya y la mía, donde nos encontramos cara a cara, para
demostrarte que la fuerza de mi incredulidad fue fulminada desde que te
miré a los ojos...
Ya me recorre el incienso por
las venas y la cera entumece mis huesos, mi hombro voluntario accede a
portar tu tronío, la banda truena bajo las estrellas, tu magnificencia
embruja la noche, y yo, sin poderlo remediar, soy el ser más dichoso del
universo...
¡Que se abran las puertas del templo que hay que sacar y venerar a la reina de los cielos!
¡Que se oigan vítores, saetas y suspiros guardados en el alma!
Y que en esta noche fría y oscura se haga la luz en las almas de peticiones cargadas de pureza y resignación.
Algún
día, señora mía, me mirarás y me arrebataras mi ser , mientras tanto,
déjame acompañarte por tus cielos de pasión, de poder, de cordura, de
sensatez y de pureza...
Y dime Señora Mía, ¿por qué
estoy llorando sin consuelo? ¿por qué soy feliz dentro de tu retina?
¿por qué deliro cuando pronuncio tu nombre?...
Y flores que dan color a los grises, que en ocasiones subrogan mis atisbos de esperanza...
¡Bendito Viernes Santo !
¡Bendita tú eres, madre de la humanidad !
¡Bendita tu magia, tu pueblo y tu gente !
Ahora, si miras al cielo, verás las estrellas llorar de felicidad...
¡El clamor y la pasión es de toda una hermandad !
Gente abrumada y regocijada en el aura de tu humildad...
Y entre capirotes, varales, costales, sentimientos y esencia, tengo que seguir amándote, simplemente, por necesidad...
Fdo. Salvador D.M.
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