Pacurro
Hace unos días, Antonio Lobato Ortega me mandó un par de fotos y un vídeo que me hicieron viajar de golpe a los años 80 y 90. En esas imágenes, llenas de nostalgia del bueno, se veían algunas carrozas de feria en las que él mismo participó, y que daban gusto ver.
Al verlas y, con la última cabalgata aún reciente y rondándome por la cabeza, no pude evitar pensar: ¿dónde quedó aquella creatividad desbordante que se respiraba antes al preparar las carrozas?
Porque antes se lo curraban de verdad. Había imaginación, ingenio, muchas ganas y sobre todo, un esfuerzo colectivo donde un grupo de amigos y vecinos se volcaban con ilusión. Las carrozas eran únicas, con personalidad, con chispa. Ahora… bueno, ahora la cosa va más de decorar un remolque, poner música a tope, llenar la nevera de bebidas y a disfrutar. Que no está mal, ojo, pero es otro rollo.
Nuestra cabalgata ha crecido, eso sí. Cada vez participa más gente, hay más ambiente y más ganas. Es una fiesta grande, que une generaciones y eso siempre es motivo de orgullo. Pero si hablamos de originalidad y artesanía, de ese puntito mágico que antes tenían las carrozas, ahí hemos perdido algo por el camino.
Será cosa de los tiempos, del ritmo de vida, de que ya no hay tanto margen para liarse a recortar cartones y pintar a brochazos... Pero bueno, no viene mal recordar de vez en cuando de dónde venimos, y todo lo que fuimos capaces de montar con cuatro ruedas, un poco de maña y muchas ganas de pasarlo bien.
Y quién sabe… quizá algún día nos animemos a recuperar esa chispa, y volvamos a sorprendernos ...como antes
No hay comentarios:
Publicar un comentario