Esta mañana, los viandantes que paseaban por la prolongación de la calle Granada, en pleno corazón de Tesorillo, han tenido la fortuna de asistir a una insólita exposición artística a cielo abierto. Allí, en el mismo centro de la calzada, como trazada por un espíritu vanguardista y con una precisión casi matemática, una deposición canina ha emergido como escultura efímera, reclamando su espacio en el panorama estético urbano.
Desde aquí queremos expresar nuestro más sincero agradecimiento al dueño o dueña del artista de cuatro patas, que —en un acto de libertad creativa— ha considerado innecesario el uso de correa o bolsita alguna. Gracias, vecino o vecina, por fomentar la expresión libre y espontánea de nuestros animales. Gracias por permitirnos contemplar, sin previo aviso, tan exquisita forma geométrica, que combina a la perfección con el asfaltado y que, sin duda, aporta textura, volumen y cierto perfume rural
Quizá, con un poco de suerte, mañana tengamos otra entrega. Quién sabe. El arte, como los excrementos, surge cuando menos te lo esperas.
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