domingo, 13 de julio de 2025

Cuando los camiones también llevaban personas

 



Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que los camiones servían para todo. En los años 50 y 60, cuando casi nadie tenía coche y los autobuses escaseaban, muchos viajes —cortos hoy, pero largos entonces— se hacían en camiones de los de antes: duros, ruidosos, y con más voluntad que comodidad.

En Tesorillo no fuimos menos. Para ir a una feria, a una romería, a un partido o a cualquier celebración, bastaba con subirse a la caja de uno de esos camiones, con bancos de madera y, si había suerte, un toldo por si llovía. Y allí íbamos todos: con la comida en una fiambrera, las niñas con lazo y los hombres con su gorra buena.




 

Aún se recuerdan nombres como Antonio Martín, Ernesto y Rafael Gutiérrez, o Antonio Montes, que ponían sus camiones al servicio del pueblo. Aquellos traslados eran una fiesta: se cantaba, se charlaba, se compartía lo poco que había… y se llegaba con alegría.

Eran otros tiempos, con menos cosas, pero con más ganas. Y nuestros mayores, pese a las carencias, sabían buscarse la vida y disfrutar de cada salida como si fuera una aventura. Hoy lo recordamos con una sonrisa y un pellizco de nostalgia.

 


 

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