Antes de que existiera el actual Documento Nacional de Identidad, en España se utilizaba la Cédula Personal. Era un documento obligatorio que servía para identificarse y, al mismo tiempo, para pagar un pequeño impuesto.
Se expedía en los ayuntamientos, bajo la autoridad de la Diputación Provincial, y recogía datos básicos del ciudadano: nombre, edad, estado civil, lugar de residencia e incluso la profesión. Llevaba una fotografía en blanco y negro, un número de registro, el sello oficial y las firmas tanto del interesado como del recaudador.
Su uso era imprescindible para realizar muchos trámites: casarse, acceder a un trabajo, o simplemente acreditar la residencia en un municipio. Pero no era gratuita: la cédula tenía una tarifa anual que variaba según la edad, el estado civil o la profesión de la persona.
Este sistema estuvo en vigor hasta mediados del siglo XX. En 1944 se creó el Documento Nacional de Identidad (DNI), que empezó a implantarse en 1951 y poco a poco sustituyó a la cédula personal.
Hoy, al ver una de estas cédulas antiguas, no solo encontramos un papel de identificación. Son también un testimonio histórico de la vida cotidiana en la España de aquellos años, donde incluso la identidad estaba ligada a un tributo y a la burocracia de la época.
No hay comentarios:
Publicar un comentario