Colegio de Tesorillo. Año 1949 |
Digo
maestro y no profesor, pues es así como los denominábamos en mi tiempo. Además
la considero una palabra bella, maestro derivado del latín magister, persona
que enseña.
Al
buen maestro, se le exige. Que estén dispuestos a ayudar a los alumnos, que sean
cercanos, que generen confianza desde el respeto y la generosidad.
Buenos
conocimientos. Expliquen de forma comprensible. Transmitan emoción y pasión en
la materia que enseñan.
Paciencia,
modestia, energía, coherencia, sentido del humor .Puntualidad y que no falten a
clases.
No
es poco, me parece razonable, que se les exija todas estas premisas.
Ahora
bien, la enseñanza la forma un triangulo equilátero. Me he referido solo a un
lado, el del maestro, faltan dos, alumno y padres.
El
alumno ante todo deber ser, respetuoso, puntual, realizar los trabajos que se
le encomiende, educado y mostrar buena disponibilidad.
¿
Y los padres?. Tienen el deber de educar a sus hijos, inculcándole respeto
hacia los demás. Ayudar en la media de lo posible a las tareas encomendadas a
sus hijos. Alimentarlos y vestirlos correctamente (salvo desgraciadas
excepciones, donde les es imposible).
El
padre no debe ver en el maestro a un enemigo de su hijo, tampoco a un
amigo. Lo que realmente debe observar a un profesor, que le va a transmitir, conocimientos,
valores, que en un futuro le hará mucha falta. Por favor destierren la frase
"El profesor tal la tiene tomada con mi hijo".
Tampoco
debieran creer, que la misión del maestro es educar. No, el maestro enseña, la
educación corre a cargo en el seno de la familia. Por añadir algo, diría que el
docente pule la educación recibida, si no hay, difícilmente pueda suministrarla
el profesorado.
Dicho
esto, volviendo al pasado y les ruego me disculpen, si soy un poco plomo con ello. Les diré
que hoy a los maestros, se les llama Pepe, Paco o Toni, antes eran don José,
don Francisco o don Antonio.
No
crean que el don, era signo de preeminencia, superioridad. Eso simplemente era
un signo de respeto. Dicho sea de paso, respeto que para nada nuestros padres
cuestionaban.
Por
supuesto que en todos los colectivos, existen ovejas negras, el del profesorado
no iba a ser menos. Pero sin o con poco margen de error, mi opinión es que la
mayoría de nuestros maestros, son grandes profesionales, a los que no tratamos
como se merecen.
Con
la importancia que tiene su labor, la de formar a futuros adultos, que tomaran
el relevo y serán los que gestionen nuestra sociedad.
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