Hace ya algún tiempo, una persona muy
formada me aclaraba la diferencia entre poder y autoridad. Poder tiene aquel,
el cual es obedecido por una situación impuesta
de superioridad, consecuencia bien por
las armas, el miedo, puesto de mando en
el trabajo. Poder tienen los dictadores, los empresarios que amenazan con el
despido etc.
Autoridad la posee aquel que por sus cualidades humanas, cultura, bondad,
personalidad, habilidades sociales etc.,
se gana el respeto generalizado y los demás lo colocan sin condicionantes en un
lugar preeminente.
Hecha esta pequeña introducción, paso a
comentar la figura de Antonio Cerralbo González, natural de Manilva ( Málaga) ,
fallecido en San Martín del Tesorillo el 18/09/1978 a la edad de 97 años.
Casado con Victoriana López, del matrimonio nacieron cuatros hijas, María,
Dolores, Antonia y Rosa.
Antonio fue conocido como el Maestro
Cerralbo, una persona con poco poder pero con una enorme autoridad, reconocida
por todos los que le conocieron en su
longeva existencia.
Nacido en 1881, el 29 de junio , llegó a nuestra
localidad en 1900 para instalar la red eléctrica, que por esos entonces se
abastecía de saltos de agua, quedándose para siempre. Con anterioridad ya trabaja para
Los Larios. Siendo empleado de la fábrica de cañas de azúcar en
Sabinillas conoció a su esposa, nativa de Casares
Ejerció como mecánico primero para los
Larios y posteriormente para la Casa March, hasta 1940. Una
vez realizada la parcelación de la colonia de San Martin del Tesorillo,
se estableció por su cuenta, adquiriendo el taller donde trabajaba, ubicado en
el Patio Grande de calle San Pedro.
Fue chofer del primer automóvil que pisó el suelo de Tesorillo, un Ford T el primer
vehículo fabricado en serie. De solo dos
velocidades, las cuales había que accionar con el pedal de embrague. El punto
muerto estaba en la mitad, pisando a fondo la primera y levantando un poco la
segunda, de ahí que en España se le conociera como el Forito de Pedales.
Hombre de una extraordinaria
inteligencia, hubiese sido sin ningún tipo de dudas un excelente ingeniero.
Pruebas hay de ello, cuando en 1929 la avioneta del afamado diestro de la época
“El Algabeño” no pudo despegar, siendo arrastrada por una yunta de bueyes hasta
el taller del Maestro Cerralbo, donde fue reparada. Mucho más posterior en los sesentas, el horno de Blasa Fernández sufrió una avería,
la pieza tenían que enviarla desde Barcelona.
La única forma que desde tan lejos
remitiesen la pieza, era enviarle al lugar de origen una plantilla de madera.
Ahora bien, no podía variar un milímetro. El Maestro Cerralbo fue el encargado
de diseñar la plantilla, el resultado, exactitud milimétrica. En Barcelona no
daban crédito que un simple mecánico de un pueblecito de Andalucía, hubiese
realizado tan excelente y a la vez complicado trabajo.
Con
un buen sentido del humor, valga un par de
anécdota. Llegó a su taller un campesino con un arado para repararlo. A
esto que el Maestro le espeta, “Eso va a ser por el aceite, creo que les has
echado mucho” a lo que el interpelado le responde, “Maestro solo el que usted
le echó el año pasado “. O aquella, que muy de mañana y a lomos de una burra le
traen dos arados para repararlo, mientras se reparaban el propietario fue a tomar una copa, una tras otra. Viendo El Maestro que
el estado del propietario de los arados
no iba a ser el más idóneo, bien avanzada la tarde cargó los arados en la
burra. Muy seriamente se dirige al animal y le suelta, “Burra tu dueño está
hecho un satélite”
De complexión delgada, estatura media,
enjuto de rostro. Persona educada, afable, de un exquisito trato hacia los
demás, dispuesta a ayudar a los más necesitados,
en su taller se realizaron innumerables
favores.
De fuertes convicciones religiosas,
católico practicante, pero para nada lo que conocemos popularmente como beatos o capillitas. El Maestro fue un
cristiano auténtico, predicando con el ejemplo.
Figura clave para que nuestra Semana
Santa permaneciese a lo largo de los años. Él fue el gran bienhechor de esa
fiesta religiosa, trabajó con encomio de una forma discreta hasta que sus
fuerzas aguantaron, para que cada Viernes Santo saliese a la calle nuestros
desfiles procesionales. No conformándose con ello dejó el legado a sus
descendientes, para cuando ya no estuviese entre los vivos ellos se encargarían
de la labor, como así lo hicieron.
Hay mucho que contar y todo bueno del
Maestro, yo lo englobaría en dos palabras “Santo varón”. Es cierto que gozó del
reconocimiento, cariño, respeto, fue como expresé anteriormente una autoridad.
Yo que de lo único que puedo presumir es de
haber pateado durante muchos años las calles de Tesorillo, jamás oí un mal
comentario sobre la figura del Maestro Cerralbo, todos y cuando escribo todos
son todos, los que le conocieron guardan un excelente recuerdo de este gran
hombre.
Pero no es menos cierto que no tuvo jamás un reconocimiento público, nadie como él mereció un homenaje, que se le nombrase tesorillero adoptivo, tesorillero ilustre o lo que fuere.
Pero no es menos cierto que no tuvo jamás un reconocimiento público, nadie como él mereció un homenaje, que se le nombrase tesorillero adoptivo, tesorillero ilustre o lo que fuere.
Alguien pensará, que existe un paseo que lleva su nombre, y no le faltará
razón. En el 2008, la E.L.A. presidida por Belén Jarillo, acuerda dar el nombre
de Maestro Cerralbo a un nuevo paseo, que une las calles San José y San Pablo.
Todo se redujo a la colocación de las
correspondientes placas por parte de los operarios y punto final. Nada de
solemnidad ni publicidad. Aplaudimos el hecho, pero no tuvo la transcendencia
que merecía.
El Maestro, dejó tras de sí una gran hornada de buenos
mecánicos, entre ellos sus nietos Miguel y Antonio. El apellido Cerralbo sigue
muy presente en nuestra zona en el negocio de la automoción. Y continúa, una
cuarta generación sigue trabajando en esa especialidad, no solo en esa,
sino también en la aeronáutica.
La admiración que proceso por Antonio
Cerralbo, me viene por el enorme prestigio adquirido en su dilatada vida y
sobre todo por la influencia de mi padre. Pacurro el viejo, simplemente sentía
devoción por el Maestro. Cuando hablaba de él y no exagero cambiaba el tono de
voz. Fue el principal valedor para que una calle llevara su nombre.
Desgraciadamente falleció en el 2005 y no pudo ver hecho realidad su deseo.
Muchas, muchas veces, me habló de la
bondad de nuestro personaje. Como en el corazón del Maestro no hubo hueco para
el rencor u odio. Como prueba contundente, en los años preliminares a nuestra
guerra civil sufrió más de un desagravio por su condición religiosa. Antonio supo
perdonar a aquellos que le ofendieron, como
buen cristiano que siempre lo fue.
Entre los más mayores la memoria del
Maestro Cerralbo aún perdura, pero mucho me temo que se va difuminando entre
las nuevas generaciones. Por parte de quienes corresponda, es necesario que se difunda la figura de un
buen hombre, que amo a Tesorillo y a los tesorilleros, para que siempre perviva en
el recuerdo, alguien que fue un ejemplo
a imitar, un crisol de virtudes, una autoridad y un Maestro con mayúsculas.
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