martes, 27 de junio de 2017

Recuerdos. BAR TIBERO

Fachada  Bar Tibero. Años 50
Aunque la foto que ilustra este nuevo post, no es de mucha calidad, más bien poca. No obstante tiene su valor histórico.

Se trata de la fachada, de lo que fuera el "Bar Tibero". Uno de los bares junto con  El Central, con más solera en la reciente historia de San Martín del Tesorillo. Estuvo ubicado en la calle Real, esquina Callejón de la Iglesia .( En la actualidad un local de modas ) 


Hagamos un poco de historia: El local como bar lo fundó  a finales de los años veinte, principio de los treinta, Blas Fernández, padre de la siempre recordada Ángeles Fernández, abuelo de Diego,  Sagrario y Blas Gil.

En el 1946, Antonio Sánchez Vías, compra el bar y la casa  y continúa con el negocio.


De esa época, tenemos noticias de varias divertidas anécdotas . Una de ellas, es que en nuestro pueblo, hubo una vez un señor, el cual tenía más de una tara física. A la de jorobado, se le unía cojera de una pierna.

Este buen hombre, aficionado a empinar el codo. Solía dormirse profundamente en el bar, sin importarle el ruido. Antonio Sánchez Vías, hombre de un buen humor. Se las valió para una veces recortarle un trozo del bastón del que se ayudaba para caminar, otras les añadía ese trozo. El pobre jorobado, lo traía desconcertado.

Inocentemente le confesaba sus dudas a Antonio, pensando que algo extraño le ocurría, llegando a pensar que de vez en cuando su cuerpo estiraba. 

En la década de los cincuenta, pasó a regentarlo Antonio Sánchez Guerrero, "Antonio Tibero", hijo de Antonio Sánchez Vías. Les explicamos la denominación de "Tibero". Viene como una derivación de Fontibero, segundo apellido del abuelo de Antonio. 

Antonio hijo, según nuestras informaciones, era distinto al padre, en lo que a jocosidad se refiere. Un señor con semblante serio. No se debe confundir , serio  con antipático, desagradable o similares. Todo lo contrario, fue una persona educadisima, super correcta, ecuánime con todos, sin priviliegios ni distinciones para nadie. Su manera de ser era esa y no había que darle más vueltas.

Recuerdo dos elementos de ese bar. Uno , el reloj de pared, el cual funcionaba perfectamente, según nos cuenta Andrés el segundo hijo de Antonio, la familia lo conserva todavía. El otro elemento era una cerámica, anclada a la pared con la siguiente misiva " Si bebes para olvidar, paga antes de empezar".  Un lema muy sabio.


Una cosa por la que se distinguió, fue la limpieza. Sin querer con esto decir que los otros locales de copas no la tuvieran.  Pero sin temor a equivocarme el "Bar Tibero". Fue el negocio, que más cuidó la la limpieza en su época, al menos hasta 1974, cuando Antonio Tibero dejó de regentarlo. A la hora de ser justo, la  limpieza corría a cargo de Francisca Díaz (esposa de Antonio) y de la hermana de esta Isabel, sus esfuerzos les costaba.

Durante mucho tiempo, estuvo dotado de  una sala de billar. Centro de reunión de los jóvenes y menos jóvenes. Del que salieron grandes jugadores de este deporte de sala. Existiendo verdaderos piques y rivalidades deportivas.

Como decíamos en 1974, Antonio decidió arrendarlo, en un principio a los hermanos Augusto y Andrés Cabrera, continuando este último, posteriormente a Francisco Martín " El Chorlo", Pedro Macias, siendo su último inquilino José María Garcia Botella. A finales de los noventa cesó su actividad como local de copas. En la actualidad, el recinto es explotado como negocio textil y complementos.

Cuantas historias, vivencias, anécdotas, se habrán fraguado entre esas cuatro paredes. El tiempo lo cambia todo, hoy el Bar Tibero como el Central, ya no existen como tal. Las nuevas generaciones, no saben de su existencia. Es la vida en si. 

Nuestro recuerdos  para Antonio Tibero, un señor de los pies a la cabeza. Eso si, más serio que un puñetazo, pero un caballero en toda regla.

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