Relato compuesto por Salvador, con motivo del Día del Libro
Enamorado solo de verte. Hormigueos en las
entrañas. Incertidumbre en mis movimientos. Collage perpetuo de sabiduría.
Elocución muda de mensajes penetrantes.
De
vez en cuando, acaricio tu piel, aguantando entre mis dedos la impaciencia de
poseerte hasta el final. Silencio entre los dos, dedos humedecidos para voltear
tu hechizo.
Me
condicionas la mirada para someterme a tu embrujo, incapacitándome para distraerme
con otras aventuras. Como cada noche al
acostarnos, me das lo mejor de ti, ese veneno que necesito para vivir,
produciendo con tu silencio un estruendo en mi mente de vidas e historias,
engalanadas con sorbos de riqueza emocional y mental.
Poco
a poco te voy desnudando, dejándome llevar por la condicionalidad de tu cuerpo,
haciéndome seguir un rastro de constancia y necesidad, manipulando mi entrega a
situaciones pasadas, presentes y futuras.
Pronto
celebraremos nuestro aniversario como a ti te gusta; en silencio, con una luz
tenue, con la almohada de testigo y sábanas con olor a perplejidad.
Cada
día te vistes diferente, invocando a los deseos mas profundos de los
espectadores taciturnos, magnetizando tu
fascinación de principio a fin. Disfrutas
persuadiendo en la materia gris de los mortales. Incita al inicio e invita al final, entrando a tu
interior para eclipsar mi realidad.
Incluso
hasta callado me haces llorar. Lágrimas descendientes de vidas ajenas que las
haces tuyas y me posicionas como un mero
asistente.
Ambos
hemos sido la simbiosis perfecta para cautivar el tiempo, ese que solamente
nosotros hemos sabido parar por momentos para
beneficio mutuo. En mi retina se vislumbra tu silueta: impredecible, mágica, desconocida y adictiva.
Pero
fui un ingenuo, creía que solo eras para mi. Que idiota! No supe valorar tu
riqueza! Te agarré con mis manos y te acerqué a mi pecho para escuchar tu
interior y no me diste ni una sola palabra para resarcir mi pesadumbre... Creo
que nuestra relación ha terminado. A tu favor diré, que me dejaste buen sabor
de boca, creo que ya pasé la última página de nuestra hermosa aventura. Es
lógico que te vayas con otros, y le dosifiques esa bendita droga, como hiciste conmigo.
Pues
solo quiero despedirme de ti, agradecerte el ímpetu en esos largos ratos de
simbiosis entre ambos; descifrando lo desconocido; absorbiendo sintagmas de tu
piel tatuada; descubriendo ese otro mundo de fascinación y viajando en cuerpo y
alma hasta la sabiduría de tus páginas. Echaré de menos ese olor peculiar de páginas empañadas de riqueza y
necesidad para colonizar mis ansías.
Porque
este libro ya se acabó. Pasará a otras manos, para emborracharse de pasión.
Sólo con verte te recordaré, y no dudes
que tu también serás una pieza clave y fundamental para ensalzar la cultura de
cualquier ser humano.
Esa
es tu grandeza...
Fdo. Salvador Delgado Moya
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