domingo, 16 de junio de 2019

Feria 2019. Molinos por Salvador Delgado Moya


Publicamos el primero de los relatos aparecidos en la Revista de Feria 2019, original de Salvador Delgado Moya, un escritor muy conocido en Tesorillo y alrededores.
Tenemos que lamentar y bastante, la mala edición del escrito en la revista, ya que algunas frases están inacabadas, desluciendo así un gran trabajo literario, como nos tiene acostumbrado el bueno de Salvador, cada vez que escribe algo.
Todo sería disculpable porque como decía el inolvidable Chiquito una mala tarde la tiene cualquiera, pero llueve sobre mojado, ya son varios años  que ocurren fallos como este. Que sirva como ejemplo y para futuras ediciones de la revista de Feria, a quien corresponda  tenga un poco más de celo y no se estropeen trabajos como el que a continuación reproducimos.


MOLINOS

                        Y subiendo para “la cólera” el hidalgo Don Quijote, tiró de riendas y paró en seco a su querida Rocinante.
                        -¡Mira, querido Sancho Panza! Mira cuántos  gigantes me están desafiando.
                        -¿Qué gigantes? - dijo Sancho Panza.
                        –Aquellos que allí ves –respondió su amo– de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
                        –Mire vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, los hacen girar.
                        –Bien parece –respondió don Quijote– que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
                        Y  diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho y del tremendo trompazo  casi llega a “Malaspasá”.
                        Suerte la de ellos , que las voces pidiendo ayuda del escudero Sancho Panza, llamaron la atención de un grupo de caballistas, que ataviados en perfecta consonancia con sus equinos, transportaron al  malherido al poblado más cercano,
                        San Martín le llaman al lugar. Tesorillo de apellido. De linaje de alta alcurnia. Rico en todo, sobro todo en gentes. Ambicioso con  su futuro.
                        Hicieron un alto en el camino, para dar de beber al convaleciente en un lugar que llamaban  la” Fuente del Rempujo”, que misteriosamente calmó algo las dolencias de tan tremendo testarazo. Pero sin pausa, acometieron el viaje para llegar al centro de salud de la localidad. En el interior aguardaba a su merced, ataviado de blanco, un caballero  sin caballo, que atendía al nombre de doctor Gil, que presto recetó un volante para que acudieran al Hospital de La Línea.
                        Nuestro caballero entreabrió los ojos, y dijo:
                        -¡Por Dios!  Nunca había visto doncella tan bella, seguro que su nombre es Dulcinea...
                        -¡No, mi señor! Es la celadora, la que da las citas a toda la gente del  poblado. Por cierto, no sé yo si aquí tendrá validez la tarjeta sanitaria de Castilla-La Mancha.
                        Aprovechando el descuido del personal, se colocó con la ayuda de su escudero,la pesada armadura  para descubrir todo ese entorno que le abrumaba.
                        -¿Qué es ese ruido? ¿De dónde viene? Dijo el hidalgo Don Quijote.
                        -Mi señor, lo que su merced escucha es “Compás Flamenco” que está actuando en la posada  del “Manaca”.
                        -¿Y toda esta algarabía?
                        -Son las gentes que desbocadas beben un vino peculiar, llamado “rebujito”.
                        -Pues bebamos con todas estas gentes, y demostremos cuál hombre bebe vino y no ese agua embarrada.
                        Tras una tarde de saludos, brindis y bailes les cogió la noche y al salir de aquel flemático evento, las luces aturdieron sus ojos y desenvainando su espada, maldecía aquellas luces...
                        -¡No se altere, mi señor! ¡Eso que usted cree que son molinos, no lo son! Eso en verdad, son las atracciones de la feria de Tesorillo, porque están en fiestas  y le pido a su merced que abra bien los ojos y descubra el espectáculo, porque este momento, si que merece la pena vivirlo...
                        -¡Vamos Rocinante! Ni el Toboso,ni todas las leguas que cabalguemos,  ni por muchos molinos que se nos encaren, nunca serán  iguales que en este bendito lugar...
                                                                                                                                                                                            
SALVADOR DELGADO MOYA

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