El consenso
La expresión “ consenso” se ha reservado singularmente a la aprobación de la Constitución de 1978, dentro de la historia constitucional española, interpretándose que las restantes Constituciones españolas habían sido impuestas ( “trágala”) por una parte de los españoles a la otra. Por “consenso” en la Constitución de 1978, no ha de entenderse unanimidad de los votos favorables emitidos por los representantes parlamentarios el 31 de Octubre de 1978 o de los ciudadanos que lo hicieron el 6 de Diciembre de 1978. El “consenso“ fue algo más que el resultado de las votaciones antes mencionadas, mayoritariamente favorables, debiendo entenderse como el fruto del esfuerzo de elaborar unas reglas del juego que permitiesen integrar a todos los españoles y a la mayoría de los grupos y partidos políticos. Nadie podía reclamar como propia la Constitución de 1978, ya que era de todos y de nadie en particular, al no ver en ella reflejados la totalidad de los deseos y objetivos programáticos de cada ideología, pero tenía la virtud de hacer posible que todos los españoles sin exclusión de ideas políticas, pudiesen convivir pacíficamente, reconociendo el pluralismo político de los españoles, sin más limitaciones que las derivadas del respeto a los derechos de los demás y a las leyes. Hizo del dialogo sincero y del respeto al adversario, un instrumento decisivo que facilitó el clima de confianza y lealtad necesarios entre los líderes e interlocutores políticos. Todo ello propició el acercamiento de las posiciones ideológicas y la creación de la urdimbre necesaria para tejer el consenso y la reconciliación de los españoles enfrentados en la Guerra Civil de 1936 y cuyas heridas no se habían cicatrizados 40 años más tarde. Finalmente, la predisposición a consensuar contó con la inestimable ayuda de la riqueza de la lengua castellana, que permitía superar posiciones ideológicas aparentemente antagónicas, mejorando la redacción del texto. Hubo verdadera riqueza en el uso del lenguaje para concitar acuerdos y mayorías, limando y allanando conceptos y expresiones. Aspecto muy relevante para alcanzar acuerdos a través del dialogo, lo constituyó el método de trabajo que se aplicó tanto en las reuniones y debates. Dicho método tuvo varias fases imprescindibles:
a)- En primer lugar, era necesario compartir un diagnóstico de la crisis política y económica, tanto de los problemas derivados de la Dictadura del general Franco, como de los problemas económicos que se habían agudizados desde 1975 tras la crisis del petróleo. Antes de iniciar una terapia era imprescindible diagnosticar y compartir entre las fuerzas políticas mayoritarias los males que aquejaban al sistema político, social y económico y sus causas.
b)- En segundo lugar, no era suficiente compartir el diagnóstico sino también compartir los objetivos e ideales del nuevo orden ético y jurídico político que se fundamentaría en los valores democráticos del “ sueño europeo” : la libertad, el pluralismo, la igualdad, la solidaridad de los ciudadanos españoles y el Estado de Derecho. La voluntad mayoritaria era clara y precisa: que España dejara de ser la anomalía europea, tras varias décadas de un régimen político, personalista y caudillista, represor de las libertades políticas y de los derechos fundamentales de la persona, consagradas en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, impropio de naciones avanzadas en la Europa moderna y civilizada. Los cambios y transformaciones económicas y sociales de la sociedad española en la década de los sesenta y primeros de los setenta del siglo XX, favorecieron el cambio político.
c)- En tercer lugar, era necesaria una estrategia común, dado que los avances económicos y materiales de la sociedad española, no eran una garantía absoluta, como se puso de manifiesto en el fallido golpe de Estado del 23 de Febrero de 1981 y la ofensiva terrorista de ETA, GRAPO y la extrema derecha. Fue necesario diseñar y compartir una estrategia e implementar las medidas necesarias para hacer frente a la crisis económica, al terrorismo y al nerviosismo del Ejército y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, dando estabilidad al Gobierno de la Unión de Centro Democrático, luchando contra el pesimismo, la incertidumbre y el miedo. Aquel momento crítico se afrontó con lealtad al Gobierno, y con sentido de responsabilidad de Estado, lejos del espíritu de insidia y revancha que hemos conocido con posterioridad en momentos muy críticos. Fueron apoyados y aprobados en Las Cortes, en Octubre de 1977, los Pactos Políticos y Económicos de la Moncloa, y una Amnistía política para todas las personas que hubiesen cometido delitos, que especialmente beneficiaría a los miembros de ETA encarcelados. Estas medidas y acuerdos contribuyeron a unir y forjar el consenso necesario para el debate y la aprobación de la Constitución de 1978, aunque a corto plazo, no se vieron satisfechas todas las expectativas, en la derrota del terrorismo y en la superación de la crisis económica.
Esta triple dimensión de la acción política, cimentaron el consenso constitucional y la confianza entre las fuerzas políticas. De hecho, en el otoño de 1977 y a lo largo de 1978, funcionaron numerosas comisiones parlamentarias que materializaron el diálogo con el Gobierno y de la oposición entre sí. Mi adscripción a la comisión de Economía y Hacienda me permitió participar y seguir muy de cerca la discusión y debate de la reforma fiscal, compromiso contraído en los Pactos de la Moncloa, que modernizó el anticuado sistema fiscal español, con el apoyo del ministro de Hacienda, en aquél momento Francisco Fernández Ordoñez. Nuestra amistad nos granjeó una confianza reciproca, incluso cuando nos presentamos por la provincia de Cádiz, en distintas candidaturas, en las elecciones generales de Marzo de 1979, viajando juntos en un vuelo Madrid- Jerez, para participar en varios mítines y cuyo trayecto se nos hizo corto comentando la actualidad política.
También lo fue con ocasión de los debates en la comisión de Industria y Energía, como miembro de la misma, en la que fueron tratados asuntos tan importantes como el Plan Energético Nacional que discutimos Javier Solana y yo con el entonces ministro de Industria Agustin Rodriguez Sahagún, en su despacho y la crisis de los astilleros, uno de los sectores industriales afectados por la crisis del petróleo con especial incidencia en Cádiz, Puerto Real, San Fernando, San Roque, Ferrol, Vigo y Sestao. Este asunto, motivó varias reuniones de los parlamentarios de la provincia de Cádiz, en una de las salas del Congreso con el presidente Suarez y el ministro de Hacienda Francisco Fernández Ordoñez, en la que le expusimos la grave situación de los astilleros en esta provincia y la inacción gubernamental, dada la caída de los pedidos de los grandes petroleros y del tráfico marítimo. En estas circunstancias y por la misma cuestión solicité un reunión al vicepresidente Enrique Fuentes Quintana, acompañado de varios líderes de los astilleros gaditanos de CCOO y UGT, asunto que me obligó a otra reunión con el entonces presidente del INI Francisco Jiménez Torres, en la que tratamos la crisis de la factoría de Bazán en San Fernando, reunión que permitió aprobar determinadas medidas a favor del empleo y que permitió neutralizar temporalmente los expedientes de regulación de empleo, tal como expuse días más tarde, ante una asamblea de trabajadores muy concurrida, en la factoría de Bazán. Este ambiente de diálogo y entendimiento se repitió en la comisión de Obras Públicas, entre cuyos asuntos debatí con el entonces ministro Joaquín Garrigues, la necesidad de que el Estado rescatara la concesión del peaje del puente León Carranza sobre la bahía de Cádiz. Dicho peaje fue liberado muchos años después. Igualmente se mantuvo el clima de diálogo y entendimiento en las diferentes reuniones que celebramos en la comisión de Transportes y Comunicaciones, con representantes del Gobierno para aprobar una ley que afectaba al organismo autónomo Correos, En esta comisión participó y colaboró de forma muy activa un compañero del grupo parlamentario socialista, llamado Manuel Turrión de Eusebio, miembro del PSOE desde la guerra civil y represaliado en la posguerra, que contribuyó al entendimiento entre el sector histórico y el renovado del PSOE, y a defender los derechos de los republicanos, igualmente represaliados por el franquismo, hermano de Luis Turrión, que llegaría éste, a ser abuelo materno de un importante líder político español actual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario