Hoy, El Blog de Pacurro se engalana como en las grandes ocasiones. Es un día especial, de esos en los que uno se viste con las mejores prendas, como para la misa de 11. Y es que tenemos el honor de compartir con nuestros lectores un artículo firmado por una periodista de gran trayectoria, con una amplia experiencia y un sello inconfundible de profesionalidad.
Hablamos de Ángeles Carrera Segovia, tesorillera de nacimiento y de corazón, cuyo talento y compromiso con la profesión la han convertido en una referencia en el periodismo. Desde aquí, le expresamos nuestro más sincero agradecimiento por este regalo en forma de palabras que, a continuación, compartimos con todos vosotros.
Gracias, querida Ángeles.
Retrato con Casita de Campo al fondo
Siempre he experimentado una irrefrenable fascinación por las viejas fotos. Las de blanco y negro o en tono sepia, con su pátina de color marrón rojizo. Imágenes de un sueño turbio cuando la luz del mundo cae a plomo y el cielo es de color chocolate.
Me gusta mirarlas de hito en hito. Estudiar cada detalle: los objetos, los animales, los personajes. Un paisaje de antaño que abre innumerables interrogantes a la imaginación. ¿Cuándo? ¿En qué momento se hizo? ¿Por qué había allí un fotógrafo para tirar la instantánea? Hace 80 o 100 años hacerse una foto suponía todo un acontecimiento extraordinario. Un hecho insólito, que rompía la rutina cotidiana de sus protagonistas. Ajenos ellos mismos a quien los retrataba, en muchas ocasiones. Posiblemente pasaban por allí en aquel momento de sus vidas en el que el destino los hizo inmortales.
Mientras escribo esto, ojeo viejas fotos de nuestro pueblo. Algunas de ellas las recopiladas por Jerónimo Sánchez Blanco en la valiosa memoria que nos ha legado con su “Historia de San Martín del Tesorillo en la España Contemporánea”: un niño recostado a la orilla del río ante el viejo puente de madera; dos mujeres llenando cántaros de agua en la fuente de la Plaza; o los hermanos Larios, elegantemente pertrechados para una jornada de caza con la Casita de Campo al fondo.
Cuando los Larios levantaron esta residencia de descanso sobre una colina en la dehesa de Montenegral Bajo, hacía ya tres años que habían fundado la Colonia Agrícola de Tesorillo, que contaba ya con 658 habitantes y que se extendía a lo largo de más de 5.000 hectáreas ocupando parte de los actuales municipios de Jimena, Casares, Manilva y San Roque.
La Casa de Campo ocupaba 800 metros cuadrados de edificación más otros diez mil metros de jardín botánico y disponía de una pista de tenis. Posiblemente, de las primeras que se instalaron en nuestro país. Hoy, lamentablemente, se ha perdido entre la maleza esta pionera instalación deportiva. También sus plantas exóticas y el pabellón de descanso que ocupaba la marquesa para su disfrute personal y que se situaba en un extremo de la propiedad lindando con el Cortijillo.
La mansión mantuvo todo su esplendor a lo largo de casi 50 años hasta que en la década de los 30 del siglo pasado la vendieron al banquero Juan March. Y ahí comenzó su decadencia. Abandono que ha continuado durante décadas hasta que en 2010, 128 años después de su construcción, la asociación “Todos por la Casita de Campo” comenzó a promover su recuperación.
Quizás ahora, que ya es oficial que este inmueble será a partir de ahora sede del ayuntamiento, no estaría demás promover una exposición fotográfica de este pasado común, que, de una forma u otra, hemos compartido. Una iniciativa que, necesariamente, tendría que contar con la colaboración de los propios herederos de los marqueses. Yo, ahí lo dejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario