jueves, 17 de abril de 2025

In Memoriam: Miguel Solís ; La voz de Tesorillo y el alma de la saeta



En la tarde-noche del Viernes Santo, como cada año y si el tiempo lo permite, nuestras veneradas imágenes recorrerán en procesión las calles de nuestro pueblo. Una vez más, cientos de personas se verán sobrecogidas por la emoción, algunos incluso con lágrimas en los ojos. Una vez más, los acordes de las trompetas y los redobles de los tambores marcarán el paso firme y sentido de los esforzados  costaleros y costaleras

Pero este año, cuando la procesión llegue a la altura del número 77 de la calle Larga, algo faltará. Desde ese balcón ya no se escuchará la voz rasgada y profunda de Miguel Solís Domínguez . Nos dejó el pasado mes de mayo, pero su ausencia resonará con fuerza en el silencio emocionado de quienes lo recuerdan.

La saeta es un cante que nace del alma, y en la voz de Miguel Solís, esta tradición alcanzó su máxima expresión. Desde joven, su talento fue evidente, destacando en la Semana Santa de Tesorillo y en otros lugares donde su cante se esperaba con emoción. Solís sabía transmitir el dolor y la esperanza de los fieles, convirtiéndose en un símbolo del fervor religioso de su pueblo.

Nacido y criado en Tesorillo, Miguel Solís siempre mantuvo un vínculo profundo con su tierra. No solo se distinguió por ser un artista, sino también por ser un hombre que amó a su pueblo y sus tradiciones. Participó activamente en eventos locales, siendo un referente en la Semana Santa, donde sus saetas eran esperadas como un momento de conexión espiritual.


La fe de Miguel Solís fue siempre evidente en cada una de sus interpretaciones. La figura del Cristo de la Buena Muerte y La Virgen de los Dolores estaban profundamente arraigadas en su vida. Cada nota, cada verso de sus saetas era una ofrenda a estas imágenes que tanto veneraba. Su voz se alzaba con fuerza y reverencia, dejando una huella imborrable en el corazón de quienes lo escuchaban.


Hoy, su ausencia se siente en Tesorillo, pero su voz sigue viva en la memoria de todos los que lo conocieron. Miguel Solís no solo fue un cantaor, fue un hombre que encarnó el espíritu de su pueblo. Su legado continúa, y su nombre será recordado cada Semana Santa, cuando sus saetas resuenen en el alma de quienes aman este arte.


Miguel Solís fue más que un cantaor de saetas; fue un símbolo de devoción y amor por sus raíces. Su vida y su arte son un testimonio del poder de la fe y el amor por la tradición. Tesorillo siempre llevará en el corazón la memoria de su voz, que, como una oración, sigue elevándose al cielo
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 Les unimos dos vídeos de sendas saetas cantadas por Miguel en nuestro templo y con motivo de la Semana Santa.  El segundo de los vídeos corresponde , a la última que interpretó en nuestra iglesia 







 

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