El pasado 27 de julio, San Martín del Tesorillo volvió a vibrar con una de sus citas más esperadas: la Xtreme Natural Tesorillo, que este año celebraba su décima edición. Diez ediciones... con el paréntesis obligado de la pandemia, pero con la misma ilusión multiplicada por diez. Porque esta prueba es mucho más que una carrera: es una forma de entender el esfuerzo, el compañerismo y el amor por nuestro entorno natural.
Unos 300 valientes —de aquí y de allá— se enfrentaron al ya mítico circuito de 8 kilómetros que combina tramos urbanos, río, montaña y una zona de meta llena de obstáculos que no son para cualquiera. Treinta y seis pruebas que exigen no solo cuerpo, sino también cabeza y, sobre todo, corazón. Corazón como el que ponen cada año quienes la hacen posible.
Entre los participantes, destacaron cuatro corredores venidos desde Canarias —tres chicos y una chica— que cruzaron media España solo para vivir nuestra Xtreme. Y cómo no mencionar a los que han estado desde el principio: se entregaron trofeos a tres corredores y una corredora que no han faltado ni un solo año. Eso también es amor por el barro… y por Tesorillo.
Las series Élite, Popular, Parejas y la modalidad de 5 km dieron cabida a todo tipo de participantes, desde los más preparados hasta los que solo venían a disfrutar y superarse. Porque aquí lo importante no es ganar, sino terminar. Y si es con una sonrisa, mejor. No obstante, se le añadido un plus de calidad- la prueba era puntuable para el campeonato de España de la AOCO
Especial mención a los más de 50 voluntarios, que fueron el alma de la prueba. Desde septuagenarios con espíritu de veinteañeros hasta adolescentes con ganas de colaborar. A todos ellos, gracias de corazón. Gracias también al Ayuntamiento, a los patrocinadores, y a quienes desde la sombra suman su granito de arena para que esto funcione.
Y cómo no, gracias al alcalde Jesús Fernández Rey, que se mojó —literal y metafóricamente— y fue el encargado de entregar el trofeo al campeón.
Pero si hay un nombre que no puede faltar es el de Diego Quirós Ortega, alma, motor y cerebro de la Xtreme. Cada año se reinventa, se supera, se deja la piel por mejorar. Lo suyo no es una afición: es vocación. Tesorillo le debe mucho.
La Xtreme no es solo una prueba deportiva. Es una declaración de principios. Una fiesta del esfuerzo. Un abrazo entre generaciones. Un espejo donde se mira un pueblo que, cuando quiere, es capaz de todo.
Diez ediciones después, solo se puede decir una cosa:
¡Larga vida a la Xtreme Natural Tesorillo!
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