Hemos podido reconocer: El tercero por la derecha, Eliseo Solís, a continuación, Curro El de La Cocher; Martín Blanco y por fuera apoyado en el mostrador, Esteban " El Murciano" |
Una fotografía recientemente compartida en redes sociales por José María Casuso, ha evocado el recuerdo del peculiar bar "La Cochera", ubicado en la Plaza de la Constitución. El local, asentado en el tramo comprendido entre la Droguería Blanco y la fachada que limita con la plaza, ocupaba el espacio de la antigua cochera de Los Larios y posteriormente de la Casa March.
Operado por Pepe y su hijo Curro, quienes le dieron su característico nombre, "La Cochera", el bar era más que un lugar de reunión, un punto de encuentro para la gente sencilla del barrio. La familia, conformada por seño Pepe, su esposa, Curro, y su hermana Mari Loli, eran oriundos de un pueblo sevillano y permanecieron en la población durante décadas. Además del bar, también poseían una tienda de estilo tradicional.
Curro, descrito como una persona alegre y muy integrada en la comunidad, era conocido por su pasión por el fútbol, jugó en el equipo local, aunque, según la tradición oral, su desempeño en el campo era poco destacado.
El establecimiento, más que un bar, se asemejaba a una taberna donde predominaban los vinos de barril económicos. Su clientela, en su mayoría trabajadores del campo, buscaban en "La Cochera" un lugar de encuentro informal, sin excesos. La leyenda cuenta que seño Pepe, el propietario, inventó un vino particular que, según la tradición, producía un efecto inmediato en el transito intestinal
Un recuerdo que se va diluyendo, conforme avanzan las agujas en el reloj
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