Aunque el paso del tiempo ha deteriorado la imagen, la fotografía guarda un testimonio valioso de nuestra historia local. Data de 1927, hace ya casi un siglo, y muestra la credencial profesional de un tesorillero: Juan Ocaña Oliva, ya fallecido, como **Agente Comercial Colegiado**.
Quizá hoy muchos desconozcan el alcance de aquella figura. Un agente comercial colegiado era, y sigue siendo, un profesional autónomo que actúa como intermediario en el ámbito comercial, facilitando y promoviendo la venta de productos o servicios por cuenta de una o varias empresas. La colegiación, además, le otorgaba reconocimiento oficial, respaldo jurídico y acceso a determinados beneficios y garantías profesionales.
Detengámonos un instante en la fecha: 1927 En ese entonces, San Martín del Tesorillo no era aún un pueblo constituido como tal, sino una **colonia agrícola** dependiente de la poderosa familia Larios, que dominaba buena parte del valle. Dos años antes, la marquesa de Marzales, junto a su esposo Pablo Larios y sus hijos, se había instalado en la emblemática Casita de Campo, donde residieron hasta 1929. Fue entonces cuando los Larios vendieron la Sociedad Industrial y Agrícola del Guadiaro —incluida la colonia de Tesorillo— al banquero mallorquín Juan March
En medio de ese panorama agrario, dominado por fincas, jornaleros , la figura de Juan Ocaña Oliva emerge como singular y adelantada a su tiempo. No es descabellado pensar, aunque lo afirmemos con la prudencia que exige la historia, que pudo haber sido **el primer agente comercial colegiado de Tesorillo**. A la fecha nos remitimos.
Un testimonio pequeño en apariencia, pero que guarda el eco de una época
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