Es
curioso, como este pueblo es un referente de acogimiento.
¿Y
porqué aquí? ¿Es que este lugar, tiene algún encanto especial? ¿Serán las
vistas, que son privilegiadas?
Yo,
un día tuve que dejar la tierra que me vio nacer y adaptarme a estas, que me
dieron el calor necesario para fortalecer raíces y vivir adaptándome a su
idiosincrasia y a su jerga cotidiana. El motivo, siempre el mismo, el amor…
Pero
no quiero hablarles de mí, sino de una historia de amor de unos personajes que
nos acompañan desde hace poco tiempo.
Cuando
los vi, la mañana era fría, el rocío hace presencia por doquier, pero éramos
conscientes que el levante suave cambiaría el semblante mañanero.
Desde
su humilde morada y sin un colchón mullido, disfrutaban de un paisaje nuevo,
descubriendo recovecos llenos de encanto, que a priori, no tiene una
importancia relevante para el oriundo.
Aquel
día, ella estaba especialmente guapa;
hacía apología de su feminidad y de la belleza natural, aderezada con
toques de coquetería y protagonismo. Sin alardes de altivez y con poses
extremadamente naturales.
Él,
por el contrario, se sentía un poco inquieto y dubitativo ante la situación
actual, con brotes de nerviosismo por el desconocimiento de la rutina. Sólo
bastaron unos simples arrumacos entre ambos para pasar de la incomodidad a la
tranquilidad y el sosiego.
Ha
pasado muy poco tiempo y siempre que puedo me fijo en ellos. ¡Es digno de
admiración!
Se
intuye la complicidad entre ambos, cualquier movimiento es considerado
favorable para el otro, el contacto se produce a sabiendas que están siendo
observados, pero les da igual; la pureza de sus sentimientos no hacen daño a nadie y estructuran
divinamente lo que es la vida en compañía, los sentimientos mutuos y el
derroche de complicidad.
¡Eso
es el amor! Eso es vencer los miedos, las críticas y las trabas, a base de
ofrecer las interioridades a cambio de
sensaciones que interactúan implícitamente con la felicidad.
Desde
las alturas se divisa mejor a la gente, su ir y venir, sus costumbre y sus
tradiciones. Yo creo que este lugar tiene algo que te embauca y te hipnotiza
para siempre, y creo que sé lo que es… ¿Habrán venido por la paleta de colores
de su entorno? ¿Pudiera ser su olor a azahar, percibiendo la querencia de sus
huertas? ¿Pudiera ser su apego a las aguas que discurren por su río, para regar
ilusiones y esperanzas? ¿Pudiera ser su Semana santa, para demostrar la
devoción de los sentimientos? ¿Pudiera ser sus fiestas, para demostrar el
divertimento?, ¿Pudiera ser…Tesorillo?
Nuestra
pareja ni habla, ni pregunta, ni se queja, ni responde. Solamente están dónde,
cuándo, cómo y porque quieren.
¡Bienvenidos
sean ustedes!
¡Para
cualquier cosa, ya saben dónde nos tienen!
¡Que
sean muy felices!
Casi
todos hemos pasado al lado de ellos y no hemos sido conscientes de su
presencia, pues cuando salgas del pueblo dirección al Secadero, gírate a la
izquierda, sobre una torreta de luz que hay, y podrás contemplar la
majestuosidad, la belleza y la hermosura de esa pareja de cigüeñas, que con su presencia, hacen que este rinconcito
sea aún, más bonito de lo que es.
Grullas
y patos cuchichean de vuestra llegada; jilgueros y golondrinas hablan de boda a
la vista; chamarines y ruiseñores buscan lugar para el banquete y hasta las
campanas de la iglesia repican con otra intensidad desde que estáis aquí.
Que
vuestra unión perdure por muchos años y pronto podamos escuchar el crotoreo de
vuestra descendencia por estos benditos lares.
¡¡¡Bienvenidas
CIGÜEÑAS!!!
Fdo. Salvador
Delgado Moya
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