domingo, 28 de septiembre de 2025

Cuando la visita del Obispo, se convertía en un acontecimiento


Entre las personas que distinguimos: A la derecha, detrás del sacerdote Manolo "El Cantaor"-detrás del obispo, Juan Gutiérrez ( Juanito El de Lola)-en la parte superior en el centro Leonardo Solís, un poco más arriba a la derecha, Manolo Ferrer y la izquierda, Ernesto Lobo, delante de él se divisa la cabeza de don José Luís- la niña que figura justo detrás del padre Atacho, ¿Concepción González, hermana de Manolo "El Cantaor"?
 

La imagen que ilustra esta entrada corresponde a una visita del obispo Antonio Añoveros Ataud. Atendiendo a las pistas que nos ofrece, podemos situarla en la primera mitad de la década de los cincuenta, pues el sacerdote que aparece en primer plano, delante del obispo, es Salvador Atacho, párroco de Tesorillo en aquellas fechas.

Añoveros ejerció como obispo coadjutor de Cádiz entre 1954 y 1964, pasando después a ser titular hasta 1971. Si nos dejamos llevar por la intuición, no sería descabellado pensar que esta fotografía pudiera corresponder a su presentación oficial en nuestra localidad,  dada la notable cantidad de personas que le rodean a la salida. Entre ellas, se distinguen hasta  dos guardias civiles, aparte del padre  Atacho , se observan  dos sacerdotes más, probablemente su secretario y algún asistente.

Y, como suele decirse, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, conviene recordar que en aquellos años —desde la posguerra hasta bien entrados los setenta— la visita de un obispo a cualquier localidad, en especial las zonas rurales,  era todo un acontecimiento social y religioso. Los niños éramos provistos de pequeñas banderitas amarillas (bandera de El Vaticano) de papel de seda y, en rigurosa fila, aguardábamos su llegada. A veces en el viejo puente de madera, otras en las inmediaciones de la Casita de Campo. Eran tiempos muy distintos, en los que el Estado confesional otorgaba a la Iglesia un papel determinante en la vida cotidiana.

Sea como fuere, sucesos como este forman parte de nuestra memoria colectiva. Y la historia, con sus luces y sombras, es la que es: no nos queda más remedio que conocerla y asumirla.

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