Creo que a ustedes les habrá sucedido lo mismo. En
algún momento nos viene a la memoria una especie de flash y recordamos a
determinada persona, que sin ser familia ni una especial relación la recordamos
por nada en particular.
Días pasados, me vino la imagen de Benito Jaén
García. Benito era natural de Casares (Málaga), pero residió en Tesorillo muchos años, no sabría precisar, pero muchos.
Llegó a la localidad, como muchos
braceros agrícolas, huyendo del hambre, vino por una temporada y se quedó casi hasta el final
de sus días.
No se casó,
pero lo más grave, es que no tenía ningún familiar directo, ni de segundo ni
tercer grado, nadie. Yo le insistí
varias veces, que algún primo existiría. Me respondía. Puede que los haya, pero no tengo
noticias de ellos, igual que yo se marcharon de Casares y les perdí el rastro .
Tenía una hermana, que igual que nuestro personaje, quedó soltera y falleció no muy mayor. Volvía a insistirle, entonces no tienes a nadie, nadie sentenciaba.
Tenía una hermana, que igual que nuestro personaje, quedó soltera y falleció no muy mayor. Volvía a insistirle, entonces no tienes a nadie, nadie sentenciaba.
Hagamos la
siguiente reflexión Tiene que ser duro, carecer de cualquier vinculo familiar. No tener por quien interesarse o que se
interesen por tu persona. Es sabido que en algún momento de nuestras vidas, perjuramos
de la familia, pero lo hacemos con la
boca pequeña. En la inmensa mayoría de las ocasiones, la familia está ahí cuando se la necesita.
Bajito,
enjuto, aparentemente huraño, aunque una vez que te ganabas su confianza, era
una persona cordial y amable. Comunista empedernido, marxista leninista
Un tanto
ingenuo, los conocidos y no tanto, para incordiarle, solo tenían que hablar de
las bondades del régimen anterior y al bueno de Benito se lo llevaban los
demonios, sin percatarse que todo era pitorreo.
Sus
amistades se las vieron y desearon, para convencerle que debía afiliarse al
Régimen Especial Agrario, de no ser así,
el día que llegara la jubilación, no tendría derecho alguno. Su
razonamiento. “A Franco no le pago”.
Permaneció
largos años como huésped de una pensión en el centro del pueblo. La posadera se
jubiló y cerró la pensión, pero siguió acogiendo a Benito como huésped.
A pesar de
su ingenuidad, cuando se vio mayor y las constantes empezaron a fallarle,
acudió a las autoridades para que le buscasen plaza en una residencia. Fue
acogido en lo que antaño era conocido como Asilo San José en Algeciras.
Cierto es
que le perdí la pista. Habrían transcurridos unos dos años que ingresara en la
residencia, cuando el Alcalde del aquel entonces, José María Casuso me solicita
que le acompañe al asilo, Benito había fallecido, al no tener ningún familiar
conocido llamaron al edil.
José María
y el que suscribe, en cierto modo presidimos su funeral corpore in sepulto.
Paradojas de la vida. Benito como buen comunista, no quería para nada la
iglesia. Su réquiem fue solemne, con música y coro incluidos a la altura de
cualquier personaje relevante.
Charlando
con la Madre Superiora y Directora del Centro. Le comenté el carácter
esquivo de Benito. Me lo rebatía
completamente. Lo definía como amable, cariñoso y sobre todo muy agradecido.
Murió asiendo con fuerza la mano de la religiosa.
Benito estuvo
falto del cariño y el amor de los demás. Debe ser terrible estar solo, nadie en
quien confiar.
La moraleja
que extraigo de esta historia no es otra. Cuando regalas amistad, cariño, comprensión, solidaridad, en el mayor
número de veces eres correspondido.
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