De nunca me gustaron las
parodias, que los humoristas o muchos de ellos hacían o continúan haciendo, sobre las personas de los pueblos, a lo mejor
porque me sintiera aludido.
El que menos el difunto
Juanito Navarro, que para nada discuto que fuera un buen actor cómico. A mí
personalmente cuando encarnaba al cateto de pueblo, maldita la gracia que me
hacía. Es más hasta el Maestro Gila, en esa faceta me parecía esperpéntico. Les
doy mi palabra de honor que en la actualidad me la refunfuña.
No hay que irse muy lejos, en
una urbe cercana a nosotros, nos llaman
catetos o paletos, los pobres ignorantes.
Es de justicia reconocer que
en los años cincuenta y hacia atrás, las diferencias sociales, culturales, etc.,
entre las poblaciones rurales y las grandes urbes eran de mucha índole.
Pero llegó la emigración y
desgraciadamente los catetos tuvieron que marchar, bien al extranjero, bien a
la zonas más prosperas de nuestro país.
La mayoría de esos catetos, triunfaron, a base
de mucho trabajo y muchos esfuerzos, prosperaron, adquirieron propiedades ,
dieron estudios a sus hijos, los cuales continuaron engrandeciendo los éxitos
de sus padres, consiguiendo una calidad
de vida más que aceptable.
Porque digo todo esto,
simplemente porque he nacido, me he criado y vivo en un pequeño pueblo. Donde
la gente se saluda por la calle. Si algún problema grave te acucia por seguro
que algún vecino te echará una mano. Todos nos conocemos y aunque le demos a la
sin hueso, a la hora de la verdad estamos prestos para socorrer a quien lo
necesite.
Me siento orgulloso de ser de
pueblo, si volviera a nacer pediría hacerlo donde vine al mundo, si no fuera viable
al menos en uno de ellos, a ser posible no muy grande.
No utilizó con destreza la
pala para el pescado, no pelo las gambas con los cubiertos, cómo el pollo o las chuletas de cordero con las
manos. Si voy a un restaurante y me ofrecen la carta de vinos, es como si me
entregaran el Código de Hammurabi en versión original.
Saludo a viva voz con un ¡eeeeeeeeehhhhh!, hablo con la zeta, me gusta la manteca colorá
y el pan moreno del campo. En resumidas cuentas no tengo modales refinados. Confieso
públicamente.¡ Yo soy un cateto!. A mucha honra.
Claro que muchos presuntos
catetos, nacidos en localidades recónditas de nuestra geografía, son personajes celebres en las letras, las ciencias,
las artes, el deporte.
Sirva este ejemplo. Santiago
Ramón y Cajal, nació en Petilla de Aragón (Navarra), un pueblo en la
actualidad, con menos de quinientos habitantes .Federico García Lorca en Fuente
Vaqueros (Granada) poco más de cuatro mil habitantes, Andrés Iniesta,
Fuentealbilla (Albacete), mil trescientos.
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