Escrito publicado en el Libro de Feria 2016
Voy a confesarles un secreto solo
a medias, porque no se pueden desvelar todos los datos,
ya que faltaría a mi promesa, además por
razones de seguridad.
Me llegó la noticia que cerca
de nuestra localidad, existe un agente del Ministerio del Tiempo, cual no fue
mi sorpresa, es persona a la que conozco y no solo eso, sino que mantengo una
excelente relación. Abusando de su amistad, le solicité que me trasladase al
Tesorillo de Los Larios.
No sin muchas reticencias,
accedió a mi solicitud, fijándome una fecha. El Jueves de Corpus de 1910. ¿Por
qué esa fecha?, fue mi pregunta. Ese día la Marquesa de Marzales, celebró con
toda la colonia de San Martin del Tesorillo su
reciente marquesado, me respondió. Fue por aquel entonces cuando el rey Alfonso XIII, concedía el título de
marquesa a María Josefa Fernández de Villavicencio y Crooke, convirtiéndose así
en la primera marquesa de Marzales.
Doña María Josefa, amaba a
Tesorillo y donde más a gusto se encontraba, era en su residencia de verano, la
conocida hoy como Casita de Campo (de su estado actual mejor no hablar). Así que la flamante
marquesa, tuvo a bien celebrar su título nobiliario con todos sus trabajadores
y familias y eligió el jueves de Corpus.
Como afirmaba el dicho, era uno de los tres jueves del año que lucían
más que el sol.
Mi interlocutor el agente
secreto del Ministerio, puso como condiciones que yo no podía saber dónde se
ubicaba la puerta que nos trasladase a
1910. De esa manera me vendó fuertemente los ojos, me introdujo en su automóvil
y estuvimos como veinte minutos circulando, en parte por caminos sin asfaltar y
llenos de baches. Puedo asegurar que lo hicimos en círculo, se preguntarán cómo
me percaté de ello. Simplemente porque en dos ocasiones, me llegó el fuerte
hedor de un animal muerto.
De pronto me veo en plena
Plaza, vestido según la época, con un
cuaderno y un lápiz, mi cicerone portando una cámara de foto, una Sanderson
Junior, fabricada con madera y latón. Haciéndonos pasar por periodistas, que estábamos
haciendo un reportaje de la zona, para una publicación británica. Quedé sobrecogido,
mire a la fachada de la iglesia, en
relieve se observaba claramente 1883. Esa donde cincuenta años más tarde yo
ejercería de monaguillo, donde en 1954 se casarían mis padres y muchas
vivencias más.
Mi acompañante me recalcaba con énfasis, que
tratara de no pensar en ello, so pena de terminar trastornado, traté de hacerle
caso, aunque la cosa se hacía difícil.
En plena plaza y a la sombra
de unos sauces llorones, habían instalado con lonas o algo parecido, una
especie de cobertizos. Serian aproximadamente las diez cuarenta y cinco
minutos, a las once estaba programada la misa de Corpus y posteriormente la
solemne procesión.
Unas doscientas personas se
agrupaban en torno a la entrada del templo, era evidente que esperaban la
llegada de la señora marquesa, la benefactora y protagonista del evento.
A las once menos cinco
minutos, acompañada de su dama de compañía, María Josefa, salía de la Casita de
Campo, en la puerta le esperaba su carruaje, una calesa impecable. El cochero
le abrió la puerta, ambas damas montaron. El carruaje tirado por un blanco corcel, emprendió por la
Calle Real, la marcha a trote lento,
hasta la misma puerta de la iglesia.
A la llegada, todos los
varones, se destocaron las mujeres realizaron un gesto de pleitesía,
flexionando ligeramente ambas piernas.
Se oyeron vítores como “Viva nuestra marquesa “, “Viva doña Pepita"
Una vez finalizada la santa
misa, se dio paso a la procesión. Al son del himno nacional, interpretado por
la banda de música del Gobierno Militar
con sede en Algeciras. La sagrada forma salía a la calle. El recorrido
transcurrió por la calle Las Torres, Larga, Plaza y regreso a la iglesia
A la marquesa además de su
dama de compañía, le acompañaba don Félix Montalbán, administrador general,
hombre culto y excelente músico y Martina Gómez Acebo, una señora
oriunda de Cantabria, la cual había
sido contratada como ama de leche, para
que amamantase al marquesito como fue conocido el primer hijo de María Josefa.
Una vez finalizados los actos
religiosos, vinieron los fastos. Se habían sacrificado varios cabritos traídos
ex proceso desde el Cortijo la Virgen. Cocinados por el cocinero mayor Fernando Muñoz. El pinche de cocina Francisco
Quirós un casareño, conocido como Pacurro, guisaba una gran paella su
especialidad, un verdadero maestro en ese tipo de plato. Se sirvieron vinos,
zarzaparrillas y bebidas varias. La banda de música bajo la dirección del
sargento primero Rodrigo, interpretaba valses, tangos, mazurcas y sobre todo pasodobles.
La Señora
departió con todos, interesándose de sus problemas, teniendo gestos cariñosos, cosa
que fue de general agradecimiento.
Sobre las ocho de la tarde, la
insigne dama decidió retirarse, no sin dar instrucciones a la banda que
continuasen tocando hasta bien entrada la noche.
Fue entonces cuando mi amigo el agente del Ministerio, me
indicó que nuestra visita había terminado. No si antes dirigirse a don Félix y
proponerle que visto lo visto, esa fiesta podía repetirse todo los jueves de
Corpus, dejando una pregunta muy maliciosa, con evidente doble intención.
-- ¿Don
Félix, quien sabe, a lo mejor termina consolidándose como las Fiestas populares de Tesorillo?
Esta fue mi maravillosa e
irrepetible experiencia del primer Corpus festivo de San Martín del Tesorillo.
Francisco Quirós “Pacurro”.
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