Juan Pérez Montes de Oca.Maestro ambulante. Le amputaron una pierna en la guerra civil. Luchando con el bando republicano. |
Quiero traer a la memoria, a
esos maestros ambulantes, los cuales, iban de casa en casa, de cortijo en
cortijo, por las tardes una vez acabada la jornada laboral.
Porque no hace tanto, lo que hoy parece un imposible y a la vez escandaloso, sucedía en nuestro país. No era otra cosa que los niños tenían que trabajar, para el sustento de la familia.
Porque no hace tanto, lo que hoy parece un imposible y a la vez escandaloso, sucedía en nuestro país. No era otra cosa que los niños tenían que trabajar, para el sustento de la familia.
El hambre amanecía antes que
el día y toda contribución por mínima que fuera era necesaria.
Algunos no tenían titulación
alguna, simplemente atesoraban más o menos conocimientos, los cuales enseñaban
a los hijos de los pobres y explotados obreros.
Otros fueron profesores
titulados represaliados por el régimen franquista, por su condición de
republicanos o simplemente porque no estuvieron de acuerdo con la dictadura.
Gracias a ellos muchos niños
sin recursos, aprendieron a leer y escribir
y como se decía por aquel entonces, saber utilizar las cuatro reglas.
Recuerdo en mi niñez a varios.
El Maestro Jimena, porque era natural de esa localidad. Seño Granados, hombre
solitario, poco sociable, no se le conocía
familia alguna. Les cuento una anécdota de este señor.
El solía todas las tarde a la
misma hora con puntualidad británica, acudir al Bar Central a tomar café. Al
parecer un día al siempre recordado Juan Riscos, se le olvidó servir el café. A
partir de esa fecha todas las veces, pedía el café de la misma forma. “Juan
cuando usted pueda, tenga tiempo y le dé la gana, sírvame un café”. Juan nos
aseguraba que jamás olvidó atender al Sr. Granados.
Otro que recuerdo era Joaquín
Gómez, conocido como “Joaquín El Tejero”, durante mucho tiempo fue un topo, ya
que temía ser represaliado, por su condición de Alcalde Pedáneo en San Martín
del Tesorillo, durante la Segunda República.
Una vez amnistiado, se trasladó al Secadero y
gracias a las clases particulares que impartía en una choza, pudo subsistir
hasta el final de sus días.
Hubo otros, como uno que
residió en Montenegral Alto, del cual ignoro su nombre, que por referencias era
una excelente persona, que falleció inmerso en la pobreza. Dejando huella en
aquellos que pasaron por sus manos.
Su labor no fue nada fácil, a
la falta de medios había que añadir que existió por parte de los organismos oficiales
de la época cierta persecución, considerándolos como elementos subversivos, que podían inculcar
sus maliciosas ideas a los niños
Como muchos fueron olvidados y lo peor de todo, su labor
pedagógica relegada y no reconocida.
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