Estamos en visperas de Nochebuena. La mayoría de nosotros se reunirá con los suyos, entorno a una mesa repleta de buenas viandas y excelentes dulces, regados con buenos caldos.Feliz Navidad a todos.
Está más que meridiano que estoy mayor . Digo esto porque en estas fechas me vienen a la memoria sensaciones de las navidades de antaño.
La imagen que más recuerdo no es nada poética. Se trata de la caja de polvorones y mantecados de cinco kilos, fabricada de madera, comprada a primero del mes de diciembre, preferentemente de Estepa o Rute , la cual mis padres la colocaban en lo alto del ropero del dormitorio.Caja que no se abría hasta la noche del 24, faltaría más, ni aunque lo recetase el médico.
Se componía de polvorones y mantecados, que para nosotros venía a ser lo mismo y algunos roscos de vinos. Roscos que eran mis favoritos los de menor cantidad, así que pronto desaparecían, dejando el paso expedito para los otros productos.
Nada de atracones, te lo suministraban con tino no fuera a que te indigestaras, bueno eso es lo que nos decían a los niños. Además estaban los borrachuelos, roscos, mantecados caseros, en competencia para nuestra elección.
No era consumida en su totalidad en las navidades, ni mucho menos duraba hasta febrero o más. He de reconocer, que los polvorones una vez acabada las navidades sabían mejor, al menos lo parecía.
Por supuesto que recuerdo el sonido de las comparsas navideñas, la misa de gallo en la que en muchas ocasiones intervine de monaguillo. Las reuniones con los familiares, la venida desde Francia de mi tía Ana y su familia, etc.
Pero la caja de madera de cinco kilos de polvorones, sigue en mi recuerdo.
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