Andrés Sánchez Díaz, es un tesorillero, que en 1974, decide ir voluntario al servicio militar, obligatorio por aquel entonces. Ingresa en el ejercito del aire, con destino en la base de Cuatro Vientos de Madrid.
Al poco tiempo toda su familia, marcha para el lugar, sus padres Antonio y Francisca, y sus tres hermanos. Antonio, Mercedes y Jesús. Al cabo de unos años, los padres y Antonio, regresan a Tesorillo, el resto de la familia, se establecen definitivamente en la comunidad madrileña.
Para los más jóvenes, Andrés, está próximo a cumplir los 62 años. Hijo de Antonio Sánchez Guerrero, propietario del Bar Tibero , del cual publicamos algo en su día. Forma parte de la familia de los Tibero, como era conocido su abuelo y su padre.
El es el autor del cuadro que ilustra el presente, de ahí la firma como Tibero. Para nada es un pintor profesional, de vocación tardía, comenzó con esto de la pintura a los treinta años.
Autodidacta, no ha asistido a academia alguna. Comenzó por hacer retratos, sobre todos a los hijos de los compañeros, especializándose y perfeccionándose con el tiempo.
No tiene un estilo definido, le gusta tanto el realismo como el abstracto. Lo que tiene claro que la pintura es para él, una afición, un placer.
A pesar de la cantidad de años, que lleva fuera, no olvida a su Tesorillo natal. Recopilando viejas fotografías de nuestra fuente, que presidía la plaza, ha compuesto esta obra pictórica.
Cuadro que evoca, nuestro pasado reciente. La fuente, la antigua iglesia, la plaza. En primer término creo no equivocarme, que nuestro amigo ha querido inmortalizar, la figura de una persona entrañable, querido por todos, Francisco Mena Narváez, (Quisco el tonto). Con su carrillo, portador de dos aguaderas, con el que repartía agua por los hogares, a cambio de unas pesetillas.
Al margen de la calidad artística que la tiene, la obra encierra, sentimientos, nostalgia, evocación a un tiempo pasado, que no sabemos si fue mejor o peor, lo que si es cierto, que eramos muchos más jóvenes.
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