Hoy siendo Día Internacional de la Mujer tengo que
compartir esta tremenda historia de emotividad y descubrimiento. Ha sido el
destino y un cúmulo de sensaciones
nuevas que han trastocado mi percepción habitual de algunas cosas…
Ella me miró de reojo. Yo me percaté que estaba siendo
observado.
El silencio entre ambos era el único
acompañamiento que teníamos. Su blanca tez, invitaba a descubrir la pasión,
revolucionando cualquier repunte de coherencia.
La toqué. Me gustó y le gustó. No sé
si fue el instinto, la novedad o lo
prohibido, pero quería tocarla. Sé que se iba a dejar porque su mirada delataba
que estaba deseosa que otras manos tocaran todo su ser.
La infidelidad, llegado a este
punto, era una quimera. Ella y yo, los dos solos, ella impaciente y yo con el
atrevimiento necesario para que diera vueltas de locura.
La miré fijamente. Estudié
mentalmente todas sus propuestas, pero al final, no me pude contener y mi única
opción fue atreverme a que sucumbiera ante mi arriesgada perseverancia.
Me quité la camisa, los zapatos, los
pantalones y la ropa interior… en ese preciso momento la ceguera no me dejaba
distinguir entre lo claro y lo oscuro, entre lo frío y lo caliente, entre
prelavado o no…
Ya todo daba igual, el ansia era mi motor.
Desesperado, mis manos tocaron en el sitio exacto para abrirla y sucumbir ante
mí… le eché los polvos, dos cacitos; y el suavizante, y la seguí tocando hasta que supe que centrifugaría como
una posesa…
Me quedé estupefacto mirándola, su movimiento era digno de ser
acompañado por música. Tuve que volver la cabeza hacia un lado porque quería
hipnotizarme, hacerme suyo, poseerme y empezar a revivir cada día esa misma
experiencia.
Y aquello empezó a moverse y yo tan
contento, con la soledad, el miedo y la inexperiencia acompañándome, había
puesto mi primera lavadora…
Era un hombre vivo, integrado en
“los tiempos modernos” y muy satisfecho por la inolvidable práctica.
Pero según los expertos lo peor viene
después, sólo ante el peligro tienes que
planchar la ropa… cuenta la leyenda que han visto a hombres llorar desconsoladamente delante de
una camisa antes de ser planchada porque las arrugas se reían de él…
¡¡¡ Viva el Día Internacional de la Mujer !!!
Fdo.
Salvador Delgado Moya
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