Ernesto González Martín. |
CUENTA LA LEYENDA...
Inconmensurable con todo el pueblo, cauteloso y tímido en
los momentos necesarios, sin afán de protagonismo y con mirada dulce y
tranquilizadora.
Investido en innumerables citas como ejemplaridad para
sus convecinos. Pero cierto día la alienación de los astros detuvieron la
positividad de un héroe anónimo...
La guerra había comenzado. Las batallas fueron múltiples.
En ocasiones quedaría extenuado por tanto dolor y padecimiento, pero el escudo
de la resistencia y el inconformismo sobre lo impuesto, siempre luciría en
todos sus actos heroicos.
Por supuesto que estuvo acompañado por escuderos
dispuestos a derramar su sangre y su vida por ti. Pero tú fuiste siempre el
protagonista; ese guerrero guapo, joven, vital y valiente al que el enemigo
quería eliminar a toda costa.
Sus proezas fueron conocidas por todos los rincones del reino,
desplegándose como el aire, puro y necesario. Eras el alma sobradamente
preparada para inyectarnos poderosas dosis de humildad, sacrificio, bondad,
nobleza y dulzura.
Cuenta la leyenda, que le obligaron muchas veces a
postrarlo a perpetuidad horizontalmente, pero siempre brilló por darle color a la valentía, sonido a la
esperanza y luz al futuro.
Tu misión en el campo de batalla delimitada la
coherencia, la necesidad, la empatía y la
resistencia; dando quiebros con tu acero forjado a la resignación. Tu
sudor y tu dolor escribían libros en un presente cargado de maldad sobre hojas
de inocencia.
Cuenta la leyenda que fuiste un gran guerrero. Creo que
el mejor de todos en estos contornos, atravesando barreras y fronteras.
Engrandeciendo tu heroísmo a base de actos, de lucha y de palabras. Porque por
donde tú pasabas, cargabas el ambiente de positivismo; de fuerza; de creer en
verdades; de abanderar la simpleza de
las rutinas y de las cosas; de darnos una religión para venerar actos,
realizar, promulgar y regalar; para esculpir en nuestras almas, aparte de un
dolor insoportable, la tranquilidad de saber que eras alguien especial, ¡muy
especial!, alguien grandioso, que con sus actos definieron la excelencia de la persona en todo su
esplendor.
Pero cierto día, el hostigamiento tan férreo ambicionaba
una desgracia inesperada. Preguntas sin respuestas, dolor sin alivio fulminado
el futuro.
Y nuestro gran guerrero partió para no volver, surcando
esos cielos cargados de gratitud; de
estrellas envidiosas por tener tú, más destellos que ellas; por auroras
boreales danzando fascinadas con tu presencia; de vientos que huelen a
tranquilidad; de lunas ruborizadas por tu magnificencia y de soles ensimismados
por la luz que siempre desprenderás.
Tú y tu lucha. Tú y tu ser. Tú y tu legado. Te lo
quisimos agradecer con lágrimas, con recuerdos, con momentos, pero nos
enseñaste a mirar hacia arriba; a perseverar en la vida en cosas que te hagan feliz; en valorar lo que
realmente merece la pena; en enseñarnos que es el tiempo y como hay que
apreciarlo; en no malgastar energías en situaciones irrelevantes y en saber
amar a todo y a todos.
Y te despidieron como el gran héroe que fuiste; con
aplausos, con muchos aplausos, con muchas lágrimas, con muchas preguntas, pero
agradecido por haber vivido con nosotros esta corta vida.
Ya todo terminó. Ya no habrá más dolor, porque lo
cambiaremos por el orgullo, por la satisfacción, por la felicidad de haber
tenido en esta tierra un ser tan maravilloso como tú.
Dicen que te fuiste con una sonrisa, estoy seguro que esa
jamás la perderás, porque ese fue tu emblema, tu carta de presentación, tu
insignia para revalidar tu valía en el firmamento.
Algún día volveremos a reunirnos contigo, entonces
daremos coherencia al amor, a la amistad, donde la paz sea la sinfonía para el
resto de nuestra existencia.
Pasará el tiempo a cambio de búsquedas inválidas, de
sueños atormentados y esperanzas perdidas, pero estoy seguro que nunca te irás,
¡es imposible!., todavía tienes que ayudar a tu familia y amigos a convencerlos
que esto es un punto y aparte, que la vida es incomprensible y, muchas veces,
sentencia sin una lógica coherente.
¿Tan envidiosos estaban los ángeles que solo te querían
para ellos? Pues que sepáis que nos habéis robado un guerrero inigualable,
comprometido con el querer y poder, encantador de almas, embaucador de
propósitos y amante de su gente.
Fuiste tan maravilloso y grandioso que La Tierra se te
quedó pequeña...
Cuenta la leyenda, que en estas tierras hubo una vez un
gran guerrero...
Fdo.
Salvador Delgado Moya
No hay comentarios:
Publicar un comentario