Vista parcial del Cementerio de San Martín del Tesorillo |
Cuando transcribo el presente son vísperas de la festividad de Todos los Santos, día que dedicamos a los que nos dejaron pero perduran en nuestras memorias.
Para
ese día los nichos estarán relucientes, con un blanco impoluto, adornados con
ramos, jardineras, centros, de unas flores preciosas dando un colorido especial
al Cementerio, desde muy temprano la afluencia será muy grande, los familiares
permanecerán en las inmediaciones de las sepulturas, a lo largo del día el ir y
venir de gentes será incesante, a la jornada siguiente fecha propia de los
difuntos se celebrará una misa en el campo santo en memoria de ellos.
Antaño
nadie cuestionaba esa fiesta siendo venerada por todos. Hoy día son muchas las
voces críticas que cada vez más se están levantando contra esa celebración,
alegando motivos varios. Que si un derroche en flores, que si solo nos
acordamos ese día, una tontería, un acto de hipocresía, que allí se va a
cotillear etc.
Desde
el más profundo respeto a todas las opiniones, pero porque romper con las
tradiciones, que malo tiene todo lo concerniente a la citada celebración,
además trae consigo unos beneficios colaterales.
Para
empezar la venta de flores se dispara en esas fechas, por consiguiente
beneficio para los profesionales del ramo, que seguro que tendrán trabajadores
por cuenta ajena.
Es
motivo para que muchos paisanos que
residen fuera, vuelvan a su pueblo, se produzcan encuentros entre familiares y
viejos amigos, todo de una forma muy gratificante, momento para la tertulia,
para los recuerdos, los más mayores que apenas salen de sus domicilios ese día
tengan la oportunidad de saludar, conversar con viejos conocidos y amigos.
Cada
vez son más las personas que quieren incinerarse que prefieren convertirse al
final de sus días en cenizas a que sus restos permanezcan largos años en un
nicho. Aumentan aquellos de cierta edad que manifiestan que cuando abandonen
esta vida, se incineran junto con los restos de los suyos, alegando que no
quiere dejar el cargo del mantenimiento de los nichos a sus descendientes,
seguros que las nuevas generaciones no desean continuar con la tradición y
culto a nuestros muertos.
Que
conclusión se puede extraer. Simple y llanamente que dejemos pasar el tiempo, Él,
se encargará de poner las cosas en su sitio, que si dicha celebración acaba
desapareciendo, para que tratar de acelerarlo.
Me
pregunto en voz alta ¿No se merecen nuestros seres queridos, esos que lo dieron
todo por nosotros que al menos un día al año se lo dediquemos a ellos?
El
resto del año les recordaremos en silencio, con el corazón., Mantengamos y
respetemos las tradiciones,
La
tradición es un guía, no un carcelero.
Pacurro, Octubre 2015
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