Tres hermanos Cuenca Hidalgo. De izquierda a derecha. Jesús, Aurelia y Antonio. Los tres desaparecidos en la Guerra Civil . |
En nuestra galería particular de personajes, traemos hoy a María Hidalgo Pomares, conocida como seña María " La Murciana".
Natural de la localidad alicantina de Bigastro, no se sabe a ciencia cierta, puede que debido a la cercanía entre provincias le asignaran el gentilicio de murciana. O tal vez, que en determinada época de nuestra historia, se asentaran en nuestro pueblo, personas venidos de Murcia, y bajo ese apelativo fueron identificados todos los que llegaron en ese tiempo, tanto de Murcia como Alicante.
No hemos econtrado ninguna fotografía suya, hasta cierto punto es normal, pocas ganas de retratarse tendría con la vida que le tocó vivir. Falleció el 24/01/1970 a los 85 años, por tanto vino al mundo en 1885 o 84.
Hemos recabado información a través de mayores que la conocieron, nietos, pero la fuente que más dato ha aportado, no ha sido otra que nuestra centenaria María Zalea.
Pacurro, la recuerda, como una mujer de envergadura física, aunque no obesa, de estatura al rededor de 1,70 cms. Siempre vestida de negro, tocada con un pañuelo del mismo color. Seria, con un trato dulce y agradable. Pero que no era su forma de ser, quienes la trataron, cuentan, que era una mujer divertida, con ocurrencias graciosas y sobre todo una buena contadora de historias. Dejaba embelesados quienes la escuchaban. Los chiquillos de la calle y cercanías, le estaban solicitando constantemente que les contase historias.
Según nuestras informaciones, María, junto a su esposo Manuel Cuenca y todos sus hijos, llegaron a Tesorillo, cuando la Casa March, adquirió la Sociedad Agrícola e Industrial del Guadiaro a Los Larios, pudo ser perfectamente al comienzo de la década de los 30 del siglo pasado. No fue la única familia de alicantinos que recaló en nuestro pueblo, llegaron varias más, al parecer porque eran especialistas en los pimientos añoras. Ese grupo de familias se les conoció hasta hace bien poco, como los murcianos.
María parió al menos diez hijos, le sobrevivieron ocho. De esos ochos perdió cinco. Tres en la guerra civil, Jesús y Aurelia ( que al parecer estaba embarazada), esos dos desaparecidos en la huida, nunca más se supo de ellos, Antonio murió en el frente.
María Zalea, me contaba que ya mayor nuestra protagonista, le comentó en más de una ocasión, que había visto a su hijo Jesús y que en otra ocasión una persona desconocida, le comentaba que Jesús seguía vivo. Ahí lo dejamos, que cada cual haga su conjetura.
Dos, Manuel y María, cuando ambos ya estaban casados, con hijos menores en el mundo, fallecieron a causa de la tuberculosis, entremedias de esas muertes, su esposo Manuel Cuenca, llegó un día de la calle, se sentó en el escalón y muerte súbita.
Soporto una vida muy dura, en lo económico, se instalaron en la calle Larga en un casón destartalado, que compartieron con la familia de Francisco Sánchez González ( Zalea), ocupando la parte superior, donde tuvieron que habilitar un pajar como vivienda.
No creo que podamos hacernos una idea ni siquiera aproximada de lo que supone perder cinco hijos, con el agravante, que dos de ellos no saber que suerte corrieron
María hizo suya la frase " Nadie se muere de pena".En nuestras hogares, en los bares, en la calle, cuando ocurría algún suceso desgraciado. La frase de nuestros mayores " No se murió de pena Seña María La Murciana, no se muere nadie".
A pesar de tanta desgracia, no perdió el buen humor, simpatía, bondad y amabilidad, con el prójimo, una mujer sabía aunque careciera de formación.
No obstante me indicaba María Zalea, que durante un tiempo compartió inmueble y después fueron vecinas colindantes. Cuando estaba sola, lloraba desconsoladamente, siempre procuró que los que estuviesen a su lado, estuvieran alegres y contentos, sus sufrimientos se los guardaba para ella sola.
Quienes la recuerdan, lo hacen con devoción, reverencia y admiración para una mujer que la pena y la desgracia se cebaron con ella , pero que en la medida de lo posible supo sobreponerse
Hemos recabado información a través de mayores que la conocieron, nietos, pero la fuente que más dato ha aportado, no ha sido otra que nuestra centenaria María Zalea.
Pacurro, la recuerda, como una mujer de envergadura física, aunque no obesa, de estatura al rededor de 1,70 cms. Siempre vestida de negro, tocada con un pañuelo del mismo color. Seria, con un trato dulce y agradable. Pero que no era su forma de ser, quienes la trataron, cuentan, que era una mujer divertida, con ocurrencias graciosas y sobre todo una buena contadora de historias. Dejaba embelesados quienes la escuchaban. Los chiquillos de la calle y cercanías, le estaban solicitando constantemente que les contase historias.
Vista área de Bigastro ( Alicante), localidad natal de Seña María La Murciana. |
Fotos de Bodas de los Cuenca Hidalgo: A la izquierda María, que contrajo matrimonio con Juan Tirado Moreno, a la derecha Luciano con Juana Torres Cabrera. |
María parió al menos diez hijos, le sobrevivieron ocho. De esos ochos perdió cinco. Tres en la guerra civil, Jesús y Aurelia ( que al parecer estaba embarazada), esos dos desaparecidos en la huida, nunca más se supo de ellos, Antonio murió en el frente.
María Zalea, me contaba que ya mayor nuestra protagonista, le comentó en más de una ocasión, que había visto a su hijo Jesús y que en otra ocasión una persona desconocida, le comentaba que Jesús seguía vivo. Ahí lo dejamos, que cada cual haga su conjetura.
Dos, Manuel y María, cuando ambos ya estaban casados, con hijos menores en el mundo, fallecieron a causa de la tuberculosis, entremedias de esas muertes, su esposo Manuel Cuenca, llegó un día de la calle, se sentó en el escalón y muerte súbita.
Soporto una vida muy dura, en lo económico, se instalaron en la calle Larga en un casón destartalado, que compartieron con la familia de Francisco Sánchez González ( Zalea), ocupando la parte superior, donde tuvieron que habilitar un pajar como vivienda.
No creo que podamos hacernos una idea ni siquiera aproximada de lo que supone perder cinco hijos, con el agravante, que dos de ellos no saber que suerte corrieron
José Cuenca Hidalgo. Otro Cuenca que falleció relativamente jovén, eso si después que su madre |
A pesar de tanta desgracia, no perdió el buen humor, simpatía, bondad y amabilidad, con el prójimo, una mujer sabía aunque careciera de formación.
No obstante me indicaba María Zalea, que durante un tiempo compartió inmueble y después fueron vecinas colindantes. Cuando estaba sola, lloraba desconsoladamente, siempre procuró que los que estuviesen a su lado, estuvieran alegres y contentos, sus sufrimientos se los guardaba para ella sola.
Quienes la recuerdan, lo hacen con devoción, reverencia y admiración para una mujer que la pena y la desgracia se cebaron con ella , pero que en la medida de lo posible supo sobreponerse
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