domingo, 24 de mayo de 2020

Herminia Fuentes. La risa por alimento


Herminia Fuentes, mujer alegre, divertida, dicharachera, risueña, hermosa, quizá un tanto  holgada  en carnes, disimuladas por el  garbo y el  donaire al andar, de piel fina y tensa, con dos rosetas naturales en ambos pómulos, que ningún colorante artificial podría igualar, con senos tersos, voluptuosos en su justas medidas sin excesos, valiente, trabajadora, inteligente, bondadosa, inquieta y nerviosa  . Herminia se reía con suma facilidad con todos y de todo, tenía que estar muy agobiada para que sus sonoras carcajadas no contagiara al resto de los mundanos. Nació en el seno de una familia sin recursos , a penas pudo asistir a la escuela, pero se  valió para aprender a leer y escribir perfectamente, además de tocar la guitarra
Casose muy joven  con Gerardo Salvatierra, Gerardo era el reverso de la moneda, hombre apocado, pusilánime, tímido, soso, buena persona , formaban  el yin y el  yang perfectos. 


Murió joven dejando a la buena de Hermínia con tres hijos menores , a la que había que añadir a su  madre  , anciana, enferma que necesitaba muchos cuidados,  lo peor de todo  con una 
mano delante y otra detrás , las circunstancias le obligaron a trabajar en lo que fuera,  como temporera agrícola , asistiendo por horas a hogares, en los que realizaba un sinfín de tareas, lavar, planchar, blanquear, acarrear agua y un largo etcétera. 
A los domicilios que acudía para prestar sus servicios,   de familias pudientes , con señoras remilgadas , maridos hipócritas y  arrogantes, con doble moral, esos de  misa de once y comunión los domingos. En más de uno recibió proposiciones deshonestas llegando inclusive a ofrecerle dinero , mujer íntegra y honesta,  lejos de amilanarse consciente que en un enfrentamiento directo con el poderoso  llevabas la de perder, con inteligencia, astucia no exenta de gracia , espantaba a los moscones, con frases como “muy poco pollo para tanto arroz” o “ demasiada jaca para tan poco jinete”. A pesar de trabajar mucho y duro lo ganado casi no le llegaba para alimentar cinco bocas más las medicinas de la anciana.
Cierto día llegó al hogar cansada y con la preocupación de no tener casi nada para el almuerzo . Amelia,  la hija mayor, viva estampa del padre en lo físico como en lo espiritual, le esperaba, medio serio medio en broma, de forma histriónica, comenzó a gritar, ¡ no tenemos nada para almorzar, me voy a volver loca! , Dios mío esto no hay quién lo aguante y otras lindezas, conociéndola, lo dicho tenía  una importancia relativa, Amelita no lo entendía así y la preocupación y el desasosiego se apoderó de ella, Herminia conocedora del poco ánimo de su hija,  la mandó por un cántaro de agua a la fuente, con la intención de distraer sus pensamientos, mientras ya se las compondría para arreglar un almuerzo casi decente. 
Se sentó en el borde de la cama con  intención de descansar un poco fue  cuando vio la caja de resonancia de la guitarra asomar encima del ropero, al ser persona positiva y optimista a pesar de los problemas,  decidió acompañarse y cantar algo . Al cabo de un rato  Amelita regresó ,  encontrando  a su madre  entonando el siguiente estribillo

                                                          ¡Ay, pena, penita, pena, pena!

                                                          Pena de mi corazón

                                                          Que me corre por las venas, pena
                                                          Con la fuerza de un ciclón



La impresión fue tal que el cántaro se le cayó quedando hecho añicos,  corrió despavorida hacia la calle, gritando¡ mi madre se ha vuelto loca, mi madre se ha vuelto loca!. Herminia  viendo la reacción de su hija, comenzó a reír , la risa fue en aumento hasta convertirse en un ataque incontenible.
Las vecinas, el cartero que pasaba por el lugar hasta el Guardia Municipal acudieron, no entendiendo muy bien qué pasaba, mientras más gentes se acumulaban  mayor era la intensidad de la risa. Marujita Jiménez cotorra mayor del pueblo, se encargó de difundir la noticia, aseverando sin ningún género de dudas que a la Herminia se le había ido la cabeza.
 Este torpe cronista no puede contarles cómo terminó el asunto, sin temor a equivocarme deduzco que   de una manera feliz y divertida , eso sí desde esa fecha en el pueblo  se acuñó un nuevo dicho popular , “En mi casa no comemos pero nos reímos mucho”

Historia basada en hechos reales.

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