martes, 9 de junio de 2020

EL DRAMA DE LAS RESIDENCIAS: Patricio González García





 El Presidente en su homilía dominical nos ha adelantado parte del borrador del Real Decreto que se aprobará el martes en Consejo de Ministros en el que se darán las órdenes para después del 21 de junio, época post-fases o “nueva normalidad” o “anormalidad”. Y como aún quedan dos días para el Consejo de Ministros y eso es una barbaridad de tiempo en este Estado de Alarma, esperemos mejor al Real Decreto definitivo porque todo puede cambiar. El “Vámonos que nos vamos” va a toda velocidad y este lunes ya estaremos en la fase tres. Hoy domingo, siguen las colas para las playas de Tarifa. El jueves es fiesta en Sevilla(Corpus). No quiero ni pensar en las distancias sociales y miles de personas con mascarillas. El paso cambiado. 
Por eso, voy a hablarles de las residencias de ancianos. No tiene excusa ni perdón lo que ha ocurrido con los geriátricos en España. No hay palabras para explicar lo sucedido. Es siniestro.  
La cifra es escalofriante: 19.000 ancianos fallecidos en residencias públicas, privadas o concertadas. Supone casi la mitad de los muertos (43.000 según el Instituto Carlos III) . Por supuesto que hay responsables políticos directos. Quizás tengan muy diferentes colores. Pero tenemos que admitir que hemos fallado como sociedad. Todos les hemos fallado.
Me da igual si ha sido por acción o por omisión, por egoísmo o por cobardía, por mala previsión o por falta de medios o por una mezcla de todos. El caso es que miles y miles de mayores se infectaron, padecieron las fiebres de la enfermedad y expiraron en sus residencias. Y esta sociedad que era tan dichosa y alegre abandonó a su suerte a los ancianos para que murieran en sus habitaciones solitarias, porque no había sitio para ellos. Porque había que elegir. 
Ahora todos deseamos que esos 19.000 ciudadanos descansen en paz o que la tierra les sea leve, por supuesto, pero eso no es suficiente. Es necesario que sepamos por qué ya antes de la pandemia teníamos las residencias olvidadas. De vez en cuando, trascendía que en una de ellas había malos tratos o condiciones insalubres. Nos echábamos las manos a la cabeza pero tampoco hacíamos nada para cambiar las cosas. Era un problema silenciado por nuestra propia comodidad. 
Claro que no todas son iguales porque en muchas apenas ha habido contagios y se ha tratado mejor que bien a los mayores(Ahí están las nuestras). Los trabajadores de muchas de ellas se han dejado la piel en los cuidados. 
La terrible tragedia que se ha vivido en los geriátricos debiera servirnos para reflexionar sobre el futuro porque lo mínimo que le debemos es que nuestros mayores vivan sus últimos días con placidez y dignidad. 

Patricio González 

No hay comentarios:

Publicar un comentario