La primavera anuncia su llegada, con su vistoso colorido en este mes de Marzo con la flor de los almendros y cerezos, y el azahar de los naranjos. Y con la primavera, vuelven los recuerdos de nuestra infancia y juventud, los alegres y los menos. En estos día, recordamos con pesar, que hace un año, se extendió la pandemia del coronavirus, como un relámpago en la noche, por todos los rincones de la Tierra, llevándose la vida de millones de personas y extendiendo el sufrimiento a muchos hogares. Pero también, en estos días, la nueva vida que nace en los jardines, los prados y en los bosques, nos invita a disfrutar de la alegría y de los recuerdos de esa infancia y juventud, que ya no vuelve, en interminable lucha con el dolor, como lo expresara el poeta Antonio Machado (1875-1939):
«…Abril florecía frente a mi ventana. Entre los jazmines y las rosas blancas de un balcón florido, vi las dos hermanas. La menor cosía, la mayor hilaba… Entre los jazmines y las rosas blancas, la más pequeñita, risueña y rosada- su aguja en el aire- miró a mi ventana (…)
Abril florecía frente a mi ventana. Una clara tarde, la mayor lloraba entre los jazmines y las rosas blancas y ante el blanco lino que en su rueca hilaba. ¿ Qué tienes-le dije, silenciosa pálida?.Señaló el vestido que empezó la hermana. En la negra túnica la aguja brillaba; sobre el velo blanco, el dedal de plata. Señaló a la tarde de abril que soñaba, mientras que se oía tañerlas campanas. Y en la clara tarde me enseñó sus lágrimas.Abril florecía frente a mi ventana. Fue otro abril alegre y otra tarde plácida. El balcón florido solitario estaba. Ni la pequeñita risueña y rosada, ni la hermana triste, silenciosa y pálida, ni la negra túnica, ni la toca blanca…»1 Ref.
La gran sensibilidad de Machado, nos transmite la tragedia del sufrimiento, que afecta a los seres humanos que caminamos por la vida, entre las flores y los aromas del mes de Abríl.
También Pedro Calderón de la Barca, (1600-1681), pone en los labios de Segismundo, un grito desgarrador, desde su prisión:
La manifestación de Segismundo ¡Ay mísero de mí! Y ¡Ay infelice!, es muy expresiva y refleja el sufrimiento que le embarga, por haber nacido en este mundo, para estar encerrado en una cárcel, y encadenado al cuerpo, esperando la muerte. Es, el sentimiento trágico de la existencia el que vive Segismundo.
El sufrimiento, para nuestra perplejidad y asombro, tiene múltiples rostros. Ante este gran enigma, la humanidad ha dado diferentes respuestas, según la diversidad de culturas, ya fuesen las religiones, los filósofos y los poetas, no del todo satisfactorias, para muchos seres humanos. Aproximarnos y captar las distintas dimensiones del antagonismo entre el gozo de la vida y el dolor, no es tarea fácil, y entraña un reto de una gran complejidad. No obstante, intentamos esbozar algunas tentativas, sin ser exhaustivo, que lo han pretendido, en el transcurso de la historia.
II
El Hinduismo y el Budismo
El Hinduismo es un conjunto de creencias y prácticas, cuyo origen está en el Brahmanismo, y que se extendió progresivamente por la India, donde lo practican la inmensa mayoría de su población india, en torno a 1.000 millones de personas, aunque es minoritaria en algunos países del sureste asiático. Es una religión politeista que da culto a muchos dioses, aunque los más importantes son Brahma, el dios de la creación, Vishnú el dios de la conservación, del orden, la paz y el amor y Shiva, el dios de la destrucción, acompañadas de unas prácticas diversas que se realizan en el hogar, en los templos y en la purificación de los creyentes, bañándose en el rio Ganges así como en la incineración de los muertos en la orilla del mismo rio, arrojando al Ganges sus cenizas.
Los textos más importantes del Hinduismo son Los Vedas que compilan himnos y ritos sacrificiales (el más importante es el Rig -Veda), que se corresponden al período anterior al Hinduismo, durante la vigencia del Brahmanismo (1500-700 a.C). Posteriormente, se unieron los textos de los Brahmanas, en los que se daba culto al creador del Universo, del que procedía el principio creador y sobrenatural y que era el fundamento de todos los seres creados. Durante el Brahmanismo, se estableció el sistema de castas, al frente de las cuales, estaban los brahmanes, sacerdotes responsables de los sacrificios rituales que se practicaban, y de velar el orden social establecido (brahmanes, gobernantes y soldados, artesanos y comerciantes, esclavos, siervos y campesinos) y al margen, los intocables o parias. Esta condición social tenia consecuencias prácticas en la vida, que nadie podía quebrantar, prevaleciendo la casta heredada, para no transgredir el orden moral cósmico, a la hora de decidir la modalidad de trabajo, contraer matrimonio, compartir alimentos etc., coartando la libertad personal.
Sin embargo, esta orientación del Brahmanismo, suscitó una reacción que dio lugar, a un movimiento formado por grupos críticos del poder que tenían los brahmanes, que acaparaban riquezas y daban una gran importancia al culto ritual de los sacrificios. Aquellos grupos, por el contrario, hacían vida de eremitas y vivían en los bosques, como maestros, que se reunían con sus discípulos para meditar y buscar el brahman o realidad absoluta y última del Universo y el sentido de la existencia humana. Buena parte de estas enseñanzas están en los textos del Upanishad. Así los describe el poeta y escritor indio, Rabindranath Tagore (1861- 1941), premio Nobel de Literatura en el año 1913.
«…Los más grandes maestros de la India antigua, de nombres imperecederos, vivieron en el bosque. En la orilla umbría de algún río sagrado o de algún lago del Himalaya, hacían su altar de fuego, apacentaban su ganado y cultivaban el arroz y las frutas para su alimento. La naturaleza era su hogar y el de sus esposas y sus hijos; y en su seno meditaban sobre los problemas más hondos del alma, con toda la creación y la comunicación con el Ser Supremo. Sus discípulos se congregaban a su alrededor, y así recibían sus enseñanzas sobre la verdad inmortal, en el lugar de la verdad, de la paz y del alma libre…
Es el mismo poeta Rabindranath Tagore, quien narra, con una gran belleza literaria, su experiencia añorando la sabiduría de los viejos maestros que vivían en el bosque y en la orillas de los ríos:
«…Después tuve una visión de la plenitud de vida interior alcanzada por la India en el solemne apartamiento de sus bosques, cuando el resto del mundo comenzaba apenas a despertar. Comprendí claramente que la India se había abierto y ensanchado, durante muchos siglos, el camino que conduce a una vida más allá de la muerte, mucho más alta que esta idealización del egoísmo político y esta codicia insaciable de la acumulación. La voz me llegó en la lengua veda, desde los santuarios del pasado y me decía: venid a mí, como los ríos al mar, como los días y las noches al completarse de su ciclo anual. Demos y enseñemos la verdad en medio de la luz resplandeciente. No nos peleemos unos con otro. Vayan derechos nuestros pensamientos a su bien supremo. Respondió mi corazón, y decidí hacer cuanto pudiera por volver a la superficie, para nuestro cotidiano uso y diaria purificación, el raudal de los ideales que nacieron en la cumbre de nuestro pasado y corrían ahora subterráneos por lo más hondo del suelo de la India: la sencillez de la vida, la claridad de visión espiritual, la pureza del corazón, la armonía con el universo, la conciencia de la personalidad infinita en toda la creación…»
Aunque hay diversas escuelas o corrientes, tienen en común la creencia en un ciclo cósmico que se crea se destruye y se renueva periódicamente, y al que estamos unidos los seres humanos por causa de la reencarnación. En consecuencia, el dolor y el sufrimiento actual, tienen su origen en el “karma” que señala la influencia que tienen las conductas de las vidas anteriores, en el presente, y por esta razón la liberación del dolor y del sufrimiento, pasa necesariamente por librarse de la reencarnación o renacimiento, a través de las conductas adecuadas, que rompan y destruyan el ciclo cósmico que lleve a la reencarnación. Así lo describe el historiador Edwin Oliver James (1888-1972) al hablar de la reencarnación o “karma”:
«…De acuerdo con esta doctrina, el destino de todo hombre, está determinado por una ley inexorable de acción y reacción, “el karma”, hasta que, con la liberación o moksa, cesa la sucesión de renacimientos (samsara). Todo pensamiento, toda palabra, toda acción tiene sus consecuencias en la fijación de la suerte del individuo en sus existencias futuras. Por tanto, cada vida, con todos sus placeres y penalidades, es el resultado necesario de las acciones de las vidas pasadas, y, a su vez, por sus propias actividades, se erige en causa de futuros nacimientos. Lo que el hombre siembra, eso mismo recoge en sucesivos retornos a la tierra dentro de un nuevo cuerpo, que puede ser el de un místico, el de un paria, el de un perro o el de un cerdo…»5 Ref.
Los caminos para la liberación del ciclo cósmico de la reencarnación se interpretan de forma distinta, según sean, las orientaciones de la escuela de la Via del Conocimiento, que propone la meditación, el yoga y las buenas obras, con la finalidad de alcanzar la identificación del yo (atman) con la realidad divina (brahman), o bien, las orientaciones de la escuela de la Vía de las Obras, mediante la observancia y la práctica de los ritos sacrificiales y deberes tradicionales, con la finalidad de adquirir méritos para alcanzar la liberación de la reencarnación en sucesivas vidas futuras, en virtud de lo que dispone la ley del “karma”.
El Budismo, cuya doctrina fue elaborada por Siddharta Gaudama, el Buda, que vivió en la India entre el siglo VI y V, es un conjunto de creencias y de prácticas morales, que articulan básicamente, una concepción moral sobre la vida, pero generalmente, no es considerada una cosmovisión religiosa. Esta ampliamente extendido en Asia, aunque su presencia disminuyó progresivamente en la India partir del siglo VII d.C., hasta su práctica desaparición en la Edad Media, ante la expansión del Hinduismo.
En el Budismo existen varias corrientes, aunque parten de una premisa y un diagnóstico común: la vida de los seres humanos vive inmersa en el sufrimiento, y sus causas proceden: del nacimiento, de la enfermedad, del transcurso de la vida y de la muerte. Para afrontar esta angustia existencial, Buda propone una vía de ascetismo por la que ha de transitar “el creyente” a través de la meditación y el desarraigo de los sentimientos, emociones y pasiones, que atan a los seres humanos, hasta la reencarnación, recibiendo la iluminación . A su vez, este camino de la iluminación tiene como fase final el estado del Nirvana, en el que los seres humanos quedan liberados de todas las ataduras y servidumbres humanas, alcanzando su plenitud, conservando estrictamente aquellas que son elementales para sobrevivir (el alimento, el vestido y el techo) y los lazos de convivencia de la comunidad en la que viven.
La doctrina budista contenida en el Canon Pali, texto en el que están compiladas las enseñanzas de Buda, considera que el deseo y el estado de ansiedad que suscita la búsqueda del placer y del bienestar material, además de ser una ilusión, provoca una constante insatisfacción. Por ello, es necesario abandonar los deseos y la búsqueda del placer y de las emociones para superar el sufrimiento. Fundamentalmente es una visión ética y una vía ascética, en la que no existe una concepción religiosa propiamente dicha. Propone unas creencias y prácticas para acceder a la iluminación, que en último termino, llevan al estado del Nirvana, que en la cultura occidental, recuerda la practicada por la contemplación de los místicos, pero con una diferencia importante entre una y otra. La vía contemplativa occidental parte de la premisa de una relación con un Ser transcendente, que da sentido a su existencia y al sufrimiento, en tanto que la iluminación en el Budismo, aspira a alcanzar el Nirvana y de este modo la liberación del sufrimiento. La presencia del Budismo ha disminuido en algunos países asiáticos, singularmente en la India, donde nació Buda y su doctrina, aunque conserva su arraigo en gran parte de China, Japón, Nepal, Thailandia, y otros. En los paises occidentales ha adquirido cierto reconocimiento, aunque su presencia es minoritaria.
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