El que este año hayan coincidido el Día de la Madre con el Día del Trabajo no deja de ser una poética metáfora de esta primavera porque no existe trabajo más productivo que el de crear vida de la nada ni madre que ejerza de tal que no represente de por vida el trabajo perpetuo de la dignidad.
Qué trabajo cuesta ser madre, y cada vez más, en una sociedad industrializada totalmente y en la que la conciliación laboral se antoja, aunque nadie lo diga, un auténtico engaño económico por el que tantas madres tienen que trabajar como madres que son y como si no lo fueran.
Quiero decir, que es justo el doble de lo que la lucha histórica de tantas mujeres hubiera imaginado nunca, quizás porque nunca contaron con este progreso uniformemente acelerado de la sociedad que se llama a sí misma , sociedad de progreso.
Hoy, y siempre, tenemos que felicitar a las madres, tan trabajadoras en cualquier circunstancias: a las que trabajan en casa y a las que trabajan fuera, a las madres que lo acaban de ser y a las que son muchas madres en una porque cada hijo es un mundo y cada mundo requiere un trabajo y una condición maternal, a las madres de antes y a las madres de ahora, incluso a las madres que todavía no lo son pero que sueñan con serlo.
Felicitémoslas a todas porque sin ellas el mundo no sería mundo.
Ya lo decía Federico García Lorca:” ¡Ay que trabajo me cuesta/ quererte como te quiero! / Por tu amor me duele el aire / el corazón y el sombrero/”.
Algeciras, 3 de mayo de 2022
Patricio González
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