martes, 20 de septiembre de 2022

Muerte de una reina, por Manuel Mata





Sobrevolaba todo un vaho etéreo de solemnidad, una sensación extra sensorial de trascendencia histórica, un silencio riguroso que cada cual se imponía a sí mismo sin necesidad de que maceros o Guardia Real llamaran la atención


Un olor acre y retestinado , envuelto en los aromas de Dios, mezcla de incienso, mirto, dalia, freesia y sudor humano, lo impregnaba todo aturdiendo a los elegidos que ocupaban las primeras filas de la nave principal.

En el centro del altar mayor, sobre un catafalco envuelto en la bandera y con La Corona coronándolo todo, el féretro con los restos mortales de la mas grande reina que conocieron los tiempos.

Un riguroso orden protocolario regula la ubicación de la familia real, la nobleza, la clase política y representantes de otras naciones, que ocupan el propio altar mayor los primeros y parte del transepto los restantes

Miles de siervos, tras horas de espera, rodean el escenario para despedir a su soberana. Unos se santiguan, otros recurren a la genuflexión, militares y exmilitares se cuadran, los religiosos bendicen, las mujeres lloran, y los mas viejos colocan su mano sobre el corazón en una especie de reválida del juramento de fidelidad y lealtad a la monarquía

Atrás quedaron las dudas, consultas e intereses sobre la conveniencia o no de saltar el orden sucesorio y que fuese el nieto de la finada quien, a pesar de su juventud, fuese designado nuevo rey." Se tomó la decisión adecuada", manifestaba el chambelán a quien escucharle

Granada, 18 de diciembre de 1.504. Dolor, lágrimas y pesar en la ceremonia de despedida a la más grande reina que tuvo y tendrá el Reino de España: Isabel I de Castilla, llamada " La Católica"

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